“Cuando Jesús se enteró de que los fariseos habían oído decir que él tenía más discípulos y bautizaba más que Juan –en realidad él no bautizaba, sino sus discípulos– dejó la Judea y volvió a Galilea…
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Jn 4,5-38
Después del encuentro con Nicodemo que es el hombre de la ley (miembro del consejo supremo judío, el Sanedrín), ahora Jesús se encuentra en pleno día con una mujer fuera de la ley por ser samaritana y pecadora (Jn 4,1-42). El relato empieza con Jesús en la hora sexta cansado por el viaje y sentado al borde de un pozo. Es un mediodía caluroso y Jesús tiene realmente sed y pide un poco del agua que la mujer saca del pozo con el cántaro. En este caso Jesús no parte de las escrituras sino de la sed de ambos para hablar de la sed de Dios y de una vida plena que hay en toda persona humana. Jesús no sólo habla con una mujer, cosa que los maestros de la ley de Dios no podían hacer, sino con una samaritana (se evitaba a los samaritanos por ser de otra religión y para no contaminarse).