
Los obispos católicos se reunieron en asamblea general en Pilar, la primera semana de mayo, teniendo como telón de fondo la tensión económica, social y política que vive el país. En esta ocasión la jerarquía eclesiástica católica decidió culminar su encuentro casi en silencio. No hubo ni una reflexión final, ni un documento para fijar la posición del episcopado frente a la coyuntura.