
Según el teólogo Jesús Martinez Gordo, el Papa entiende la sinodalidad como una amplia recogida de opiniones para que luego los obispos las discutan y formulen propuestas que al final presentan al Papa, el cual toma las decisiones. Por el contrario, los obispos alemanes no creen que esa sea la sinodalidad que la Iglesia precisa para el siglo XXI. Ellos, obispos, curas y laicos buscan tener deliberaciones y decisiones conjuntas. No hay que vender por sinodalidad la que es una mera consulta. Temen a que unos pocos decidan lo que es importante, urgente para la Iglesia y después de este despliegue mundial, se termine con propuestas cocinadas.
Según los alemanes, la pederastia eclesial ha llevado a la revisión radical del clericalismo que ha sido activado y facilitado por un sistema jerárquico autoritario. Hay una superioridad y un dominio de los consagrados sobre los no consagrados. Según el sínodo alemán el poder en la Iglesia es el tema central, por lo que se piensa crear una autoridad superior, un Consejo Sinodal integrado por obispos, sacerdotes y laicos, el que tomaría las decisiones más importantes.
El Papa en una carta de 2019 a la Iglesia Alemana había pedido que en el camino sinodal prevaleciera el tema de la evangelización, pero esto no se tomó en cuenta. Había pedido que no fuera obra de un “grupo ilustrado”, que no fuera un parlamento con votaciones como hacen los políticos, que no se buscara tratar de resolver cuestiones que conciernen a la Iglesia Universal.
El cardenal Walter Kasper, también alemán, fue el primero en advertir que “la omisión del tema evangelización fue el error fundamental del Camino. En lugar de evangelización y misión se prefirió hablar de poder y división de poderes en la Iglesia. Es el pecado original de esta “farsa de sínodo”. Se intenta establecer una especie de control democrático sobre la Iglesia. Un verdadero encuentro sinodal debe buscar el consenso, como signo de la presencia del Espíritu, no la mayoría. Renovación no es innovación. No significa inventar una nueva Iglesia. La Iglesia Católica solo tendrá futuro si continúa el camino emprendido con el Concilio Vaticano II. Este camino sinodal debería concentrarse en lo que es necesario y posible hoy en Alemania, en lugar de ocuparse de proyectos novedosos que solo pueden conducir a nuevas frustraciones”.
El protestante Peter Hahne, ex miembro del Consejo de la Iglesia Evangélica alemana escribió: “Si el objetivo de los católicos es reformar la Iglesia, acercarla de nuevo a la gente y volverla atractiva, hay que tomar como ejemplo a quienes tienen éxito y no a una Iglesia en peligro de quiebra como el protestantismo. Todo lo que se pide en el Camino Sinodal (abolición del celibato, ordenación de las mujeres etc.) ya existe en la Iglesia Evangélica. Y sin embargo hay más cristianos evangélicos que abandonan la Iglesia que católicos. También entre nosotros hay abusos de menores. Lo más importante es la dimensión espiritual y este Camino parece desarrollarse sin oración, sin Espíritu Santo, sin poner al centro la eucaristía, sin afán evangelizador. Todas estas cosas parecen no desempeñar papel alguno. Hay que acercar más la gente a Dios que a la Iglesia, a Jesucristo y al evangelio sin hablar tanto sobre política o el cambio climático. Es peligroso buscar el aplauso en temas doctrinales o morales. Hoy tenemos en los púlpitos demasiados políticos frustrados”.
En realidad sigue el diálogo entre los obispos alemanes y el Vaticano, y sería un bien para todos que este camino sinodal no tuviera que naufragar y se aprovecharan los elementos positivos del mismo.
Creo qye debe haber profundos cambios en la Iglesia Católica.
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