Amigos, frecuentemente el título para cada entrevista surge de alguna de las respuestas que da el entrevistado, ¡esta vez creemos que el mismo responde al sentir de muchas personas! Prácticamente no necesita presentación, a muy temprana edad sintió el llamado al sacerdocio, se ordenó en 1957, es obispo desde 1986, siendo primeramente Auxiliar de Montevideo y luego Obispo de Canelones durante 16 años. Una de sus pasiones ha sido la Catequesis, siendo un gran referente en el recordado «Oficio». Un buen pastor, siempre acompañando en parroquias, comunidades, movimientos… Es una persona ante cuya alegría vital uno se siente invitado a renovar el deseo radical de seguir a Jesús, al evangelio! Hoy, con sus «89 añitos», nos recibió en el Hogar Sacerdotal Mons Jacinto Vera donde vive actualmente y nos comparte desde su corazón:
¿Cómo estás viviendo esta etapa en el Hogar Sacerdotal, cuál viene siendo «el paso de Dios» en tu vida?
Cuando iba llegando a los 75 años, me preparé con un mes de Ejercicios Espirituales dirigido por los jesuitas, porque me parecía que era una etapa importante, si había vivido lo suficiente, no iba a vivir el doble, así que traté de vivirlo lo más intensamente posible, profundizando en el sentido que tiene la vida, y que me llenaba de gozo, tenía una cierta soledad, que no es una soledad de apartarse del mundo, sino una soledad que estaba dedicada «a Alguien»: que el Señor tuviera un espacio grande en mí, que era en el fondo la fuente de sentido, de esperanza, la fuente de futuro, todo esto lo estoy viviendo acá en el Hogar, es como volver a la misma fuente, que no se agota nunca!
Cuando me retiré del ministerio me fui a vivir a lo de las Hnas Clarisas en Canelones. Allí fui como que ahondando en el sentido de la Alabanza, todo lleno de sentido, que inundó mi corazón. Vivir acá en el Hogar Sacerdotal fue y es una opción, quizás fueron las personas con las que me encontré lo que me entusiasmó: es una opción libre, también una fuente de esperanza y realización, así como de acompañar. Una de las cosas que uno sufre es la partida de los compañeros, sea por enfermedad o por edad, no deja de ser una especie de golpe, ver en vivo y en directo a lo que todos nos encaminamos, y esto sin un tono negativo, sino en tono de Gracia, de esperanza.
Con tu vasta experiencia eclesial, que te da una mirada amplia ¿Qué estamos viviendo con «esta era», por así llamarla, del papa Francisco?
Yo diría que hay una renovación, la formulación de una renovación, por ejemplo, en el lenguaje. El papa Francisco habla un lenguaje «no desde él», sino desde las situaciones que viven las personas, que viven los grupos, las comunidades, o sea que hay mucha atención al modo de vivir de los demás, sean individuales o grupales. En eso Francisco ha tenido mucho acierto, pero también mucha incomprensión dentro de la misma Iglesia, porque algunos quieren llevar un ritmo un tanto como de hacer lo de siempre, no por mala voluntad. Entonces claro, ahí surgen las tensiones, cada uno quiere un poco defender la verdad, pero ahí hay que ver cómo la defendemos. El papa Francisco ha dado un cómo hacerse más inteligible, más comunicable para los demás, es un estilo de vida que lleva a dialogar con todas las personas, los grupos, desde sus experiencias personales, familiares, sociales, fundamentalmente atendiendo al otro.
Como Padre y Pastor ¿Cómo nos ves a los laicos hoy, estamos bien plantados, hemos madurado?
Podemos decir que todos estamos siempre en proceso de maduración, que no es decir un día «bueno, llegué, ya estoy maduro», no, es un proceso, es un camino, una tarea continua, porque la vida tiene sus sorpresas. No tenemos todo previsto y por lo tanto hay desafíos para presentar a Jesús en la realidad, y esto es lo que da entusiasmo: porque no somos meros transmisores de algo ya acabado, no, estamos en un camino. Los laicos se han sentido con ganas, con entusiasmo desde siempre, por ejemplo a través de los movimientos que han canalizado, como la Acción Católica, o los nuevos que se han creado, así también como las Comunidades de Base. Son formas de concretar esa inquietud que viene desde tiempo atrás, es vida que está allí continuamente «como hirviendo» diríamos, sugiriendo, desafiando, y esto es muy hermoso. ¡Mi vida se ha desarrollado en un tiempo privilegiado de la historia, y uno agradece!
¿Tienes algún referente en tu vida interior, en tu vida de oración?
A mí la persona que más me entusiasmó y que la veo como un camino es Carlos de Foucauld, hoy santo. Es «el ícono» que nos ayuda a caminar, fue el hombre que buscó, siempre buscó, lo que pudo concretar en su vida fue muy poquito, pero luego de su muerte, fueron sus seguidores quienes difundieron su espiritualidad, haciendo germinar por todo el mundo grupos o fraternidades desde su espiritualidad. ¡Era un hombre de búsqueda! Sus escritos y los libros sobre él me han acompañado. Para mí la oración es un encuentro, con ese Alguien con mayúsculas que es Dios, Foucauld es como la contemplación hecha vida. También hay gente que está en otras espiritualidades, pero que, sin renunciar a la suya, se enriquecen con la de Foucauld.
Un hombre con tus años, que se ve muy feliz, dichoso ¿Qué le dirías a los jóvenes de hoy que se estén planteando alguna posible vocación?
Yo les diría sobre la alegría y el gozo de conocer a Jesús y también lo que desencadena: nos hace ver la riqueza humana que hay en cada uno. La religión no viene a truncarte, no es opio, todo lo contrario, viene a desempolvar, es un descubrir, que no es solo un esfuerzo mío, sino que es el fuego del Espíritu Santo en nosotros. Yo tengo una frase que me ayuda mucho: «He venido a traer fuego a la tierra y quiero que arda», y todo se da en esos términos, y todo se va desarrollando en los distintos encuentros de Jesús en el evangelio, como en el de Emaús, o con Zaqueo, está todo desarrollándose, dando Vida. Ojalá sepamos siempre comprender a la juventud, con su estilo propio, y poder volcar toda esta riqueza en lo que ya tienen, que ya sienten por naturaleza. Todo en nuestra vida es un caminar, somos peregrinos, el Pueblo de Dios es un pueblo peregrino en búsqueda de plenitud, que se va realizando poco a poco, hasta el cara a cara con Dios. En la medida en que vamos haciendo ese camino vamos experimentando una seguridad, nos va poseyendo ese anhelo. ¡El cristianismo es Buena Noticia y el mundo de hoy necesita verlo en el rostro de los convertidos!
Muchas Gracias querido amigo Orlando Romero, te agradecemos y encomendamos a María Santísima, la de Nazareth, quien formó el Corazón de Jesús, Servidor del ser humano. ¡Ella te guarde en salud, y con esa alegría profunda de vivir que te caracteriza!
Jorge Márquez, jardinero
Que linda entrevista!!! Gracias Jorge por compartirla. Recuerdo gratamente las visitas de Monseñor Orlando por nuestra Diocesis de Canelones y los encuentros decanales, yo creo que desde entonces ya era una forma de “sinodalidad”, del caminar juntos en ese momento, siempre escuchando a los laicos, y compartiendo su opinión. Hoy cuando hablamos de sinodalidad, de tiempos de escucha, del tiempo de los laicos, de poder dar nuestra opinión y participar de la misión de la Iglesia, yo pienso que: “algo ya he vivido de esto”, aunque haya sido un comienzo, y fue con Monseñor Orlando. Gracias
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