25 de NOVIEMBRE: “NI UNA MENOS”

En Uruguay, si estás viviendo una situación de violencia: 0800 4141; celular: *4141 (MIDES). Si estás en una situación de emergencia, llamá al 911.

En todas partes hay asociaciones en defensa de los animales y se protesta por el maltrato para con ellos, pero el maltrato en familia hasta llegar a la violencia física, sobre todo contra las mujeres, es un tema todavía tabú. El maltrato a las mujeres, los niños y los ancianos es lo que más deshumaniza. El 25 de noviembre ha sido declarado por la ONU “Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer”.

El día fue instituido en memoria de las hermanas Mirabal, tras ser asesinadas brutalmente por el dictador Rafael Trujillo de la República Dominicana. Los maltratos y hasta los feminicidios han aumentado en estos años.
En 2015 empezó una campaña pública con el  significativo lema ”Ni una menos”. Este año el secretario general de la ONU Antonio Guterres declaró: “Digamos con orgullo: todos somos feministas y queremos defender los derechos de las mujeres. Dejemos la violencia contra mujeres y niñas a los libros de historia”.
Lamentablemente todavía hay 49 estados donde no existe ninguna legislación que proteja a las mujeres de la violencia doméstica. La mayoría de las víctimas lo son a manos de la pareja o expareja; en todo caso de algún familiar o pariente. Las estadísticas no reproducen exactamente la realidad porque hay muchísimas mujeres que no se atreven a denunciar la violencia doméstica por miedo a la venganza; no quieren además aparecer fracasadas como mujeres y como pareja frente a los demás.
Según encuestas internacionales, solo el 10% de las mujeres está dispuesta a acudir a la policía. Es una lacra silenciada. Se encuentran solas sin saber a quién acudir y cuando denuncian no encuentran justicia o enfrentan plazos burocráticos interminables. Muchas asumen su papel de víctimas para el bien de la familia y de los hijos. Hay mujeres que se ufanan porque los maridos las ayudan en las tareas de la casa, pero de hecho subsiste el doble trabajo de la mujer y la paridad en el hogar no existe.
Los machistas por otra parte se defienden afirmando que las mujeres ejercen igual violencia contra los varones, las acusan de victimismo, de crear divisiones en la familia. Consideran a la mujer propiedad del hombre, su complemento hasta ciertos límites previamente asignados. No se ha entendido aún que la paz del hogar se asienta antes que nada en el respeto recíproco y en los derechos de cada uno.
Hay que denunciar toda violencia y no cansarse de hacerlo si se quiere cambiar y mejorar esta sociedad aún en gran parte patriarcal. Hay varias formas de violencia: física, sexual, sicológica, laboral… Hay demasiada impunidad frente al acoso sexual callejero y en el trabajo; las denuncias no se escuchan o se relativizan. Los feminicidios son una ínfima parte visible de la violencia contra las mujeres y las niñas. Violencia son también los insultos, las amenazas, la restricción y los controles sobre recursos económicos, el hostigamiento, el abandono y la infidelidad, la explotación y la discriminación laboral, la violencia contra las mujeres como arma de guerra. Falta muchas veces una política de apoyo a las familias.

Por parte de la Iglesia hay cierta pasividad y desinterés sobre este tema,  poco compromiso en la denuncia y la acción pública contra esta lacra social, olvidando el trato de Jesús para con las mujeres. Hay una gran dificultad en cambiar la imagen tradicional de la mujer callada y sumisa, dedicada a la iglesia, casa y cocina, sacrificada y única responsable de los hijos. Esa mentalidad de la inferioridad natural de la mujer y la primacía del varón sobre la mujer no es cristiana. Se ha exagerado en la interpretación de ciertas cartas del Nuevo Testamento que se leían en los casamientos, atribuidas a san Pablo, pero posteriores a él. Por el contrario, san Pablo menciona el nombre de numerosas mujeres que colaboraron con él en la evangelización a la par de los varones, como Lidia, Ninfa, Priscila, Febe…
Posteriormente hubo siglos de clericalismo que han oscurecido el papel de los laicos y en particular de las mujeres.
Sin embargo, hoy han surgido muchas iniciativas en el seno de la Iglesia. En Italia las Hijas de Maria Auxiliadora en ocasión del 25 de noviembre pasado se han solidarizado públicamente con el movimiento feminista rotulando en las palmas de sus manos levantadas: “Basta”.
La congregación de las Adoratrices que desde hace más de un siglo se dedica a recuperar mujeres de la prostitución y trabaja en red, ha llamado la atención sobre la trata mundial de mujeres y niñas que ha aumentado después de la pandemia.
La arquidiócesis de Madrid ha creado una red de parroquias para romper el silencio sobre este tema y dar cabida y escucha a las víctimas. El 25 de noviembre se tocaron las campanas de todos los templos de Madrid a la misma hora y se hizo una vigilia de oración.
En Nigeria (África) las Hermanas de Notre Dame lanzaron una campaña de concientización en un país en el cual, según UNICEF el 31% de las mujeres sufre entre 15 y 49 años toda clase de atropellos como la desfloración, las violaciones, el desamparo y hasta la esclavitud.
Según la ONU, 243 millones de mujeres, entre 15 y 39 años sufrieron violencia sexual o física en 2021. Una de cada dos mujeres ha sufrido episodios de violencia durante la pandemia.
Dijo recientemente el papa Francisco: “Las mujeres son constantemente maltratadas, golpeadas, violadas, inducidas a la prostitución… Toda violencia ejercida sobre la mujer es una profanación de Dios, nacido de mujer. Del cuerpo de la mujer ha salido la salvación para la humanidad; por cómo tratamos el cuerpo de la mujer, medimos nuestro nivel de humanidad. Cualquier violencia contra las mujeres es una cobardía y una degradación para toda la humanidad. Es algo casi satánico aprovecharse de alguien que no puede defenderse; es algo vergonzoso”.