(entrevista): Familia Scalabriniana en Uruguay

«LOS MIGRANTES SON MÁS QUE UNA PASIÓN» 
retrato de las dos entrevistadas, sonrientesQueridos amigos, el pasado 9 de octubre, el papa Francisco canonizó a Juan Bautista Scalabrini «apóstol de los migrantes», este hecho tan significativo nos llevó a buscar y encontrarnos con miembros de la Familia Scalabriniana en Uruguay, concretamente quisimos conocer a laicos que comparten y viven este carisma. Es así que en la Parroquia Ntra Sra de la Asunción y Madre de los Migrantes, nos recibieron muy fraternalmente Sunilda Aguilera, (paraguaya, lleva 45 años en nuestro país, se casó con un uruguayo -actualmente divorciada- tiene 8 hijos y 12 nietos; hace 8 años es la secretaria de la Misión Scalabriniana para el Uruguay e integra el grupo de Misión Laicos Scalabrinianos de la región, que integran Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Argentina); y Karina Fuentes, 40 años, (venezolana, casada, mamá de 3 hijos, lleva 2 años en Uruguay). Compartiendo un rico café, conversamos:

¿Qué es el Movimiento de Laicos Scalabrinianos? 
Nuestro objetivo principal son los migrantes, la migración «caminamos juntos», por ejemplo acá en esta parroquia está lo que llamamos «movilidad humana» a través de Roma, a nosotros nos envían a hacer esos cursos para conocer en profundidad lo que es el carisma con el tema de la migración. Scalabrini fue el que hizo foco en el éxodo de los italianos, pasando un día por una estación de trenes, vió tanta gente amontonada y preguntó y supo que estaban abandonando el país, así se preocupó de ellos, adónde iban y cómo vivirían, en ese momento él ya era obispo de Piacenza.
Entonces nosotros los laicos Scalabrinianos, conjuntamente con los religiosos de la Congregación, nos preocupamos por los migrantes, de alguna manera en ayudarlos con hospedaje, alimentación, ropa, documentos, salud, evangelización, engloba un poco todo. Ese es el trabajo de laico, salir a las calles, recorrer, preguntar, conocer inquietudes de los migrantes. No es fácil, antes que nada hay que tener mucha paciencia y vocación en la que uno se entrega. La necesidad humana es muy grande, algunos llegan enfermos, otros sin nada, sin ropa, sin documentos… Acá tenenos una casa de migrantes, no es un refugio, es una casa familia, donde llegan y tienen todo, junto al Párroco procuramos todo ello.
¿Para ustedes cuál sería la mayor vulnerabilidad y sufrimiento que tiene el migrante? 
Karina: serían varias, tu sales de tu país dejando todo, tu casa, tu familia, tus cosas, tu vida, para irte a otro país, llegas en carencias, pero con esfuerzo y entusiasmo vas saliendo adelante y hasta podés ayudar a la familia que quedó en tu país. La soledad es lo que más se sufre, estamos solos en otro país, puedes tener la ayuda pero no es lo mismo, te sientes solo… de a poco esto va pasando, gracias a Dios que estoy acá, que vengo a la Parroquia!!
Sunilda: yo llegué a Uruguay con 18 años, los comienzos son difíciles, yo creo que en el fondo a pesar de mis 45 años acá, uno sigue extrañando a su patria, yo estoy muy conectada con mi comunidad, en la mañana trabajo en el Consulado de Paraguay y en la tarde estoy acá. En el Consulado hago también una parte de ayuda para nuestros connacionales, visitamos enfermos, visitamos cárceles, si están solos o acompañados, si necesitan médico…
En lo profundo del sentimiento uno nunca deja de tener sus raíces donde uno se crió, aunque pasen los años… Está también la discriminación, no importa quien tu seas, entonces yo diría que el sufrimiento mayor es el desarraigo y la discriminación. Nosotros acá acogemos, protegemos, acompañamos y capacitamos.
Los migrantes somos seres humanos, hijos de un mismo Padre si cristianamente hablamos, entonces ¿por qué tenés que rechazar a tu hermano? Podemos llevarnos bien y trabajar juntos!
Está también el tema de los patrones y los trabajadores migrantes, prejuicios y derechos vulnerados. Muchas veces no hay proyección de futuro en lo que es situación laboral, de vivienda ni hablemos.
Hoy ya prácticamente la pandemia pasó, seguimos con cantidad de gente durmiendo en la calle. Mismo acá en la ciudad, en Plaza Cagancha estaba un padre, Adolfo creo, que en la noche entregaba la cena, también la merienda para que los niños niños lleven al otro día a la escuela. Bueno, y esas son las cosas en las que el laico mete la mano, sale, mira, visita las pensiones, cuántas mujeres con hijos hay, dentro de lo posible… se hace lo que se puede.
¿El migrante es una pasión?
Karina: si, me atrae, siento que así como me ayudaron a mí, yo quiero también ayudar a otras personas, y es una necesidad pues tu ves tantas personas necesitando como tú, es una pasión para poder llegar a otros «me voy a meter».
Sunilda: cuando yo llegué acá en 1978, no se hablaba de los migrantes, yo vine casada con un uruguayo y esa fue mi entrada. Cuando vine a esta parroquia, en el año 2001, conocí al Padre Marcio, y me invitó al primer Taller de Migrantes y me dijo «quiero que me acompañes porque vos tenés mucho carisma» y así comenzamos, luego el P. Héctor me dijo que necesitaba que hiciera un viaje, que fuera a Buenos Aires, y conociera el tema, porque acá no había otras persona que iniciaran este carisma de nuevo, y allá fuimos. Los migrantes son más que una pasión, es una vivencia, una necesidad constante de personas que entran y salen. En la viña del Señor habemos de todo y hemos visto mucho cambio de vida en las personas. Hay misión Scalabriniana en 36 países, también está el Apóstolado del Mar en Ciudad Vieja, el P. Tamar es el vicario, se dedican a los marineros.
¿Qué ha significado para ustedes la Canonización de Scalabrini? 
Karina: para mí y para mi familia ha significado mucho, pues él es el protector de los migrantes, y yo estuve en uno de los hogares Scalabrinianos cuando veníamos, en Perú, estuvimos 21 días allí, una atención impresionante, muy buena, ayudan con pasión a las personas y desde allí comencé a conocer a Scalabrini, ando cargando con su estampita!
Sunilda: su canonización fue muy importante, su vida era ya un milagro, el Papa vió su vida totalmente entregada a la gran necesidad de los migrantes. Él creó la primera catequesis para niños, hizo la fundación de los Misioneros de San Carlos, tiene una historia hermosísima… trabajó por las leyes laborales para los migrantes, por la salud del migrante, por sus Derechos Humanos. Llegó hasta Brasil, en 1905, a caballo recorría los pueblos. En uno de los viajes en barco ordenó un sacerdote y creó un seminario, todos los jóvenes que venían en ese barco terminaron siendo sacerdotes. Su vida es apasionante, hacía mucho tiempo esperábamos su canonización!!
Muchísimas gracias Sunilda y Karina, que María Asunta al Cielo «que bien sabe de migraciones» las siga acompañando, a ustedes y a toda la Familia Scalabriniana, en la apasionante aventura de acompañar a nuestros hermanos los migrantes, y sigan siendo para ellos y en nombre de ellos «un grito de Liberación y Vida» !! 
                   Jorge Márquez, jardinero.