FRANCISCO: VIAJE a KAZAJISTÁN

el presidente kazajo recibe al papa con un apreton de manos. ambos sonrien, francisco esta en silla de ruedas
“Vengo para amplificar el grito de tantos que imploran la paz”.

Este martes 13 de setiembre, a su llegada a Kazajistán, el papa Francisco realizó la Visita de cortesía al presidente de la República, Kasim-Yomart K. Tokaev. El Papa aseguró venir a Kazajistán «como peregrino de paz, en busca de diálogo y unidad», y recordó: «inmediatamente después de la independencia del país, hace treinta años, se establecieron las relaciones diplomáticas, y estoy contento de visitar el país en la proximidad de este aniversario. Aseguro que los católicos, presentes en Asia central desde tiempos antiguos, desean seguir testimoniando el espíritu de apertura y diálogo respetuoso que distingue esta tierra».

El Papa recordó el viaje de Juan Pablo II a Kazajistán en 2001, que «lleva impresa una gloriosa historia de cultura, humanidad y sufrimiento». «¿Cómo no recordar, en particular, los campos de prisioneros y las deportaciones en masa que han visto a tantas poblaciones oprimidas en las ciudades y en las vastas estepas de estas regiones? Pero los kazajos no se dejaron cautivar por esos atropellos; y de la memoria de la reclusión floreció la atención por la inclusión«, señaló en su discurso, manifestando su deseo de que «el recuerdo del sufrimiento y de las pruebas experimentadas sea un bagaje indispensable para encaminarse hacia el futuro poniendo en primer lugar la dignidad del hombre, de todo hombre, y de todo grupo étnico, social y religioso»

Como un puente entre dos mundos, Kazajistán «crea armonía entre tradición y progreso, frío y calor, un puente entre Europa y Asia, llena de tradiciones culturales, con 150 grupos étnicos y 80 lenguas, que componen una sinfonía extraordinaria y hacen de Kazajistán un taller multiétnico, multicultural y multirreligioso único, revelando su vocación peculiar, la de ser país del encuentro».

Este encuentro se verá reflejado en el séptimo Congreso de Líderes de las Religiones mundiales y tradicionales, razón oficial de la visita papal. En este punto, Francisco recordó que «la Constitución de Kazajistán, al definirlo laico, prevé la libertad de religión y de credo», un ejemplo de «una laicidad sana, que reconozca el rol valioso e insustituible de la religión y se contraponga el extremismo que la corroe, representa una condición esencial para el trato equitativo de cada ciudadano, además de favorecer el sentido de pertenencia al país por parte de todos sus elementos étnicos, lingüísticos, culturales y religiosos».

El Papa agradeció la abolición de la pena de muerte en el país, y pidió «garantizar la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión, para dar espacio al rol único y equitativo que cada uno ocupa en el conjunto».

Dirigiéndose a las autoridades civiles, dijo que la democracia «constituye la forma más adecuada para que el poder se traduzca en servicio a favor de todo el pueblo y no sólo de unos pocos».

«Sé que se ha comenzado, sobre todo en los últimos meses, un proceso de democratización dirigido a reforzar las competencias del Parlamento y de las Autoridades locales y, en términos más generales, una mayor distribución del poder», destacó el Papa.

Acerca del bienestar de los pueblos: «este estilo político realmente democrático es la respuesta más eficaz a posibles extremismos, personalismos y populismos, que amenazan la estabilidad y el bienestar de los pueblos», en mitad de un desafío global para el desarrollo integral, actualmente «secuestrado por una injusticia difundida, que provoca una distribución desigual de los recursos«. «Y es tarea del Estado, pero también del sector privado, tratar a todos los integrantes de la población con justicia y paridad de derechos y deberes, y promover el desarrollo económico no en razón de las ganancias de unos pocos, sino de la dignidad de cada trabajador».

Para finalizar, el Papa destacó que Kazajistán «se configura como encrucijada de importantes intersecciones geopolíticas; lo que le da, por tanto, un rol fundamental en la atenuación de los conflictos». Una tarea especial en estos momentos: «Yo llego aquí mientras está en curso la insensata y trágica guerra originada por la invasión de Ucrania, mientras otros enfrentamientos y amenazas de conflictos ponen en peligro nuestra época. Vengo para amplificar el grito de tantos que imploran la paz, camino de desarrollo esencial para nuestro mundo globalizado».

«Por lo tanto -concluyó-, es cada vez más apremiante la necesidad de extender el compromiso diplomático en favor del diálogo y del encuentro, porque el problema de algunos es hoy problema de todos, y quien ostenta más poder en el mundo tiene más responsabilidad respecto a los demás, especialmente a los países más expuestos a las crisis causadas por la lógica del conflicto».

«Es la hora de evitar la intensificación de rivalidades y el fortalecimiento de bloques contrapuestos. Necesitamos líderes que, a nivel internacional, permitan a los pueblos entenderse y dialogar, y generen un nuevo “espíritu de Helsinki”, la voluntad de reforzar el multilateralismo, de construir un mundo más estable y pacífico pensando en las nuevas generaciones. Y para hacer esto es necesario la comprensión, la paciencia y el diálogo con todos. Repito, con todos», finalizó Francisco.