
El pasado 15 de agosto la Conferencia Episcopal Italiana entregó a la Secretaría General del Sínodo en Roma, la Síntesis Nacional de la fase diocesana del Sínodo 2021-2023 «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Escuchar, acoger, relacionarse, celebrar, comunicar, compartir, dialogar, casa, pasos de la vida y método, fueron las áreas temáticas en las que se dividió el material.
El trabajo es fruto de la participación de medio millón de personas, coordinadas por más de 400 referentes diocesanos, que dieron lugar a 200 síntesis en 1.500 páginas.
La Síntesis pide «superar la distinción ‘dentro-fuera'» y habla de un «ministerio de proximidad», según señala el diario Avvenire. «Vivir la acogida significa armonizar el deseo de una ‘Iglesia que sale’ con el de una ‘Iglesia que sabe dejar entrar’, a partir de la celebración de la Eucaristía». En consecuencia, «se reconoce la necesidad de tocar las heridas y dar voz a temas que a menudo se evitan».
La «deuda de escuchar como Iglesia y en la Iglesia, a una multiplicidad de sujetos» debe ser llenada, se lee en la síntesis, una escucha que es demandada por los jóvenes y que, por supuesto, ha de tener en cuenta a las víctimas de abusos sexuales, a las víctimas de todas las formas de injusticia, para lo que se demanda «dejar de lado los prejuicios, renunciar a la pretensión de saber siempre qué decir, aprender a reconocer y acoger la complejidad y la pluralidad».
El trabajo habla de «una distancia entre la comunicación de la Palabra y la vida, una falta de cuidado en las celebraciones y una baja implicación emocional y existencial»; y de “redescubrir el valor de la piedad popular, purificándola de potenciales ambigüedades».Los 50.000 grupos sinodales ponen énfasis en la comunicación: «Existe una percepción generalizada de una Iglesia que transmite la imagen de un Dios que juzga y no del Padre misericordioso». Y piden un lenguaje «no discriminatorio, menos marcado por la rigidez, pero más abierto a las cuestiones de sentido… para hacer la Iglesia más accesible, más comprensible y más atractiva para los jóvenes y los alejados».
Acerca de la necesaria transparencia: (su falta) «ha favorecido el encubrimiento y las omisiones en temas cruciales como la gestión de los recursos económicos y los abusos de conciencia y sexuales».
Contra el clericalismo: «La Iglesia parece demasiado ‘pretocéntrica’, …y esto desresponsabiliza… Los laicos son a menudo relegados a un papel meramente ejecutivo y funcional». Y concluyen: «hay que mejorar el funcionamiento de los órganos de participación».
«La Iglesia-casa no tiene puertas que se cierran, sino un perímetro que se ensancha continuamente», dice la síntesis, pidiendo «repensar los itinerarios de acompañamiento para que sean adecuados para todos: las familias, los más frágiles, las personas con discapacidad y los que se sienten marginados o excluidos».
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