“Yo mismo quiero reafirmar esto, con vergüenza y sin ambigüedades: Pido perdón humildemente por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”, dijo Francisco, que luego expresó su pesar por la marginación, la denigración y la opresión sistemática de las pueblos, las lenguas y las culturas indígenas en los internados; por los “abusos físicos, verbales, psicológicos y espirituales” que sufrieron los niños tras ser apartados de pequeños de sus hogares, y por la distorsión de sus relaciones familiares a consecuencia de ello.
Enseguida se conocieron reacciones de integrantes de los pueblos indígenas, por ejemplo, Phil Fontaine (sobreviviente de los abusos y expresidente de la Asamblea de las Primeras Naciones) dijo: “Fue un logro por parte de la comunidad indígena convencer al papa Francisco para que viniese a una comunidad de las Primeras Naciones y se inclinase ante los sobrevivientes como hizo hoy. Ha sido especial. Y sé que esto significó mucho para mucha gente. Y cada vez que decía la palabra ‘perdón’, la gente comenzaba a aplaudir”.
Desmond Bull, jefe de la tribu Louis Bull dijo: “Puede que todos necesitemos tiempo para asimilar totalmente la gravedad de este momento… Si quieren ayudarnos a sanar, dejen de decirnos que lo superemos… No podemos superarlo cuando el trauma intergeneracional afecta a cada joven y cada miembro, a cada familia con sobrevivientes de los internados. En lugar de pedir superarlo, les pido que se pongan a trabajar, que aprendan sobre nuestra historia, sobre nuestra cultura, sobre nuestro pueblo, sobre quiénes somos”.
En tono crítico, Evelyn Korkmaz (sobreviviente de los internados) durante una conferencia de prensa, declaró: “He esperado 50 años por esta disculpa y hoy por fin la he escuchado”. Pero añadió: “esperaba escuchar algún tipo de plan de trabajo” sobre la forma en la que la Iglesia devolverá los documentos y tomará acciones concretas.
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