
El Vaticano propuso una conferencia multilateral por la paz que incluya a Rusia y a los miembros de la OTAN para impulsar algo parecido a la conferencia de Helsinki cuando en plena guerra fría se acordó sobre inviolabilidad territorial, el uso de la fuerza militar y el respeto de la soberanía de cada país. Fue una serie de encuentros entre 1973 y 1975 que reunieron en la misma mesa a la Unión Soviética, Estados Unidos y Canadá, los países europeos y el Vaticano.
Para el actual secretario de estado del Vaticano, Pietro Parolin “no se puede llegar a la paz a través de las armas; solo se puede llegar renunciando a las armas. Las guerras llevan a la paz de los cementerios. La guerra en Ucrania es fruto del declive de la política tras la guerra fría. Antes de esta guerra en las últimas décadas ya se podía ver cómo los líderes políticos no creían en una solución común de los problemas. Hay que volver al espíritu de Helsinki, la conferencia europea en la que se firmó un acuerdo para aliviar las tensiones entre occidente y oriente. Es necesario afianzar la participación de los organismos internacionales y lograr una mayor capacidad de iniciativa europea. Es la Europa, la Europa cristiana la que ha sido herida en esta tremenda guerra. Ucrania tiene derecho a defenderse de la invasión. Pero limitarse a enviar armas en su ayuda es una respuesta débil. Una respuesta fuerte es la de emprender iniciativas para hacer cesar los combates y llegar a una solución negociada en vista de un futuro de convivencia para nuestro continente”.
Importante ha sido también la intervención del célebre economista estadounidense Jeffrey Sachs, miembro de la Academia Pontificia de Ciencias. Así escribe: “Estados Unidos es más reacio que Rusia en la búsqueda de una paz negociada. Además de las sanciones económicas, hay que dejar abierta la vía diplomática. El gran error de los norteamericanos es creer que la OTAN derrotará a Rusia; es la típica arrogancia y miopía norteamericana. No se comprende lo que significa derrotar a Rusia cuando Putin posee un tremendo arsenal militar y miles de ojivas nucleares. Es mucho mejor negociar la paz que dejar destruir a Ucrania como se está haciendo. Estados Unidos quiere ahora convencer a Ucrania de que puede derrotar a Rusia con todo el armamento que tiene; es una locura. Quiere que Ucrania entre en el campo euro-americano en lo militar, político y económico; nunca ha mostrado una señal de querer buscar un arreglo, ni antes ni ahora ni para después de la guerra. La verdad es que se trata de una guerra por procura de dos potencias expansionistas, Rusia y Estados Unidos; esto sin querer disculpar a Putin por su guerra inmoral y sus crímenes de guerra. Rusia es la agresora en esta guerra, debido a que ha visto a Estados Unidos entrar de lleno en Ucrania y por la creciente expansión de la OTAN en los países confinantes. Es absolutamente necesario, cuanto antes, una paz negociada donde cada cual afloje en algo. Putin no parará hasta que por lo menos pueda salvar la cara. Esta guerra y las sanciones económicas están creando una crisis mundial, una cultura de la guerra y una enorme hambruna en los países pobres, sobre todo de África”.
El Papa se ha dirigido a los líderes políticos occidentales afirmando que “la gente quiere paz y no una escalada del conflicto. Las armas están teniendo cada vez más el lugar de la palabra. Guerra más guerra no produce paz”.
Le hace eco el cardenal Matteo Zuppi de Bologna (Italia) con la experiencia de importantes mediaciones desde la Comunidad de San Egidio: “La solución no es más guerra y más rearme, algo con consecuencias imprevisibles, terribles, involucrando a potencias nucleares; y todo para llegar a una victoria sin calcular el precio. La tentación de vencer a toda costa es perversa. Hace falta una conferencia internacional entre todas las partes para la seguridad y la paz en Europa. Nadie niega el derecho de Ucrania de defenderse del agresor. Pero la guerra en el Donbass ya existía hace 8 años y nadie se preocupó por una solución. Si queremos parar la guerra, hay que encarar y resolver los problemas que han llevado al conflicto”.
Cada vez más se va entendiendo, frente sobre todo al creciente apoyo armamentístico de Estados Unidos, que la asistencia militar debe ser autolimitada. Una guerra entre potencias nucleares si solo se busca la victoria, sería desastrosa para todos; en este caso no es ya razonable hablar en términos de victoria y derrota.
Debe estar conectado para enviar un comentario.