
El reconocido teólogo español González Faus se hace y nos hace preguntas incómodas, quizás indiscretas, sobre nuestras contradicciones a la luz de la actualidad política y de la guerra en Ucrania. He aquí algunos párrafos de sus escritos en Religión Digital.
“Nos hemos volcado y justamente con una solidaridad conmovedora ante las víctimas dolientes de Ucrania, pero nadie pregunta por qué antes no habíamos obrado igual con las víctimas producidas en la guerra de Yemen por parte de una Arabia Saudí tan tiránica como Putin, o con las víctimas de Siria, Palestina, etc.
Una de las industrias y comercios más florecientes es la fabricación de armas, cada vez más crueles y eficaces. Se acrecientan los ingresos vendiendo las armas que ya son anticuadas para nosotros, en vez de destruirlas. En lugar de conseguir la eliminación de las armas nucleares, nos hemos limitado a una prohibición para aquellos que no la tienen. ¿Con qué derecho?
Lo que así se consiguió es que cualquier criminal que tenga armas atómicas haga todas las canalladas que quiera porque sabe que si lo atacamos, provocará una guerra nuclear.
Por causa de la guerra de Ucrania todos los países están aumentando su presupuesto militar. Pero la experiencia enseña que todas las armas teóricamente defensivas han acabado por ser sobre todo ofensivas y fuente impresionante de negocios infames. De hecho hoy no tenemos ninguna seguridad de que la agresión rusa a Ucrania no acabe convirtiéndose en una guerra mundial y hasta nuclear.
La pequeña ventaja a corto plazo nos ciega totalmente ante la gran amenaza a largo plazo. En vez de luchar para constituir algo tan necesario como una autoridad mundial, hay un país que se permite imponer sanciones a los demás, castigando también a los que no cumplen con las mismas. Un estado particular no tiene derecho a arrogarse esa misión de ser premiador de buenos y castigador de malos, como si fuera el mismísimo Dios.
Para un cristiano, las víctimas de una agresión son algo sagrado y quizás el lugar más sagrado de una presencia de Dios. Pero ese carácter sagrado de las víctimas tiene sus peligros. El gran peligro es convertir el hambre de justicia en sed de venganza. Los humanos solo sabemos hacer justicia hiriendo o eliminando al agresor, mientras que la justicia divina consiste en volver justo al agresor injusto. El hacer justicia de una manera injusta nos encierra a todos en un círculo vicioso del que nunca se consigue salir”.
El teólogo se hace preguntas también sobre temas sociales: “Se busca bajar los impuestos a las clases medias y bajas, pero esta medida es injusta si no va acompañada de una subida de impuestos a las clases altas que compensen a los gobiernos de esos miles de millones de plata fugados que ya no van a recaudar. Existe una minoría de multimillonarios que son verdaderos dictadores a los que están sometidos los mismos gobiernos; y es gente socialmente respetada y envidiada. Nuestra sociedad tan civilizada, así como ha conseguido fijar un salario mínimo y una renta vital mínima, todavía no ha sabido establecer una cifra máxima a partir de la cual todo aquello que uno gana o posee deje de ser suyo y pase a ser una retención de lo ajeno. Así han enseñado los Padres de la Iglesia. Hablamos de una Casa Común pero que la temperatura de la Antártida pueda llegar a cuarenta grados es una curiosidad más que una alarma. Los científicos protestan y piden medidas radicales. Pero nos limitamos a curar ese cáncer de la tierra con paracetamol. ¿Cómo podemos ser tan irracionales? Es lo que se preguntaba ya hace 25 siglos el profeta Jeremías que aseguraba que ‘nada hay más retorcido y enfermo que el corazón humano’ ”.
Estas denuncias proféticas de González Faus se fundamentan sobre bases firmes, como lo demuestran por ejemplo los siguientes datos. Los 2.153 multimillonarios más ricos del mundo poseen una riqueza equivalente a la del 60% de la población mundial, según OXFAM; y en América Latina y Caribe el 20% de la población concentra el 82% de la riqueza.
Según SIPRI el año pasado se gastaron 2.113 billones de dólares en armas y ejércitos, con Estados Unidos y China a la cabeza, los que se atribuyen el 52% del gasto militar mundial.
Excelente articulo
Me gustaMe gusta