
El 9 de mayo hay elecciones presidenciales y el líder favorito para la presidencia es el hijo del dictador Marcos. Escribe Federico Segarra para Efe: “La Iglesia Católica oficialmente ha mantenido su tradicional prescindencia, pero importantes figuras del clero han apoyado públicamente la candidatura progresista de Leni Robredo hasta ahora vicepresidenta del país para evitar la vuelta al poder de la dinastía de los Marcos…
…Más de mil sacerdotes de diferentes diócesis del país emitieron un comunicado conjunto en el que animaban a votar por Leni Robredo, principal rival de Marcos hijo. Dicen: ‘Nuestro país está en peligro de ser gobernado por aquellos que le infligieron tanto sufrimiento. No seamos tan crédulos ahora como para creer en sus falsas sonrisas, palabras y promesas’. A pesar de la enorme influencia social que la Iglesia mantiene en un población el 85% católica y de su protagonismo en la sociedad, a la hora de elegir un gobierno no hay tal poder como se ha visto en el caso de Duterte, el presidente saliente apoyado por la población a pesar de la oposición de la Iglesia. Nunca ha habido un voto “católico” en el país, pero la Iglesia lideró la oposición contra la dictadura de Marcos padre, al final de los años setenta, con una revolución pacífica que obligó a la familia Marcos en aquel entonces a huir al exilio en Estados Unidos”.
La candidatura de Fernando Marcos hijo se ha sustentado en una potente campaña de desinformación, apoyada por Duterte pero denunciada por los obispos, en la que se ha publicitado una nueva y positiva imagen del ex dictador y su familia, basada en mentiras y distorsiones radicales, con un revisionismo histórico inaceptable.
La Iglesia Católica se ha opuesto también al gobierno de Duterte por la sangrienta guerra contra las drogas en la que, según los organismos de Derechos Humanos, hubo al menos 27 mil muertos a mano de la policía, lo que le ha valido la denuncia a la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad.
Los que se oponían al régimen autoritario de Duterte eran considerados comunistas. Los obispos han alertado a la población para que no se deje comprar ni engañar y que recuerde “los años oscuros de la dictadura” que duró 20 años.
Ahora la hija de Duterte, Sara Duterte, aspira a la vicepresidencia formando gobierno con el hijo del ex dictador Fernando Marcos. Duterte ha difamado constantemente a la Iglesia; hubo numerosos episodios de acoso e intimidación contra miembros de la Iglesia y hasta hubo muertes en extrañas circunstancias.
Duterte dijo que el cardenal Antonio Tagle había sido trasladado a Roma “por su interferencia política” y que había “desviado fondos de la Iglesia a favor de la oposición”.
El obispo Pablo Virgilio David, actual presidente de la Conferencia Episcopal, reaccionó contra los insultos de Duterte hacia el héroe nacional Benigno Aquino: “Una nación que trata a sus villanos como héroes y a sus héroes como villanos, no merece sino ir al desagüe. Filipinas será tratada con desprecio por la comunidad internacional que sabía inspirarse en la nobleza legendaria de sus ciudadanos”.
Los obispos han pedido justicia para las ejecuciones extrajudiciales en un país donde reina la impunidad y “la arrogancia, la mentira, la intimidación”.
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