PAPA vs. KIRILL: “NO HAY GUERRAS JUSTAS”

encuentro virtual entre francisco y kirill
Francisco a Kirill: “Las guerras son siempre injustas porque quien paga la factura de las guerras es siempre el pueblo que es bombardeado y muere”.

Un documento firmado por 65 teólogos ortodoxos de distintos países explicó la ideología que subyace al apoyo religioso a Putin por parte de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Se trata de un fundamentalismo étnico-religioso que ha inspirado también a fundamentalistas católicos y protestantes de extrema derecha.

Existe una esfera o civilización rusa transnacional, llamada la Santa Rusia o Santa Rus que incluye Rusia, Ucrania, Bielorrusia y a todos los rusos étnicos y a las personas de idioma ruso en todo el mundo.
La Santa Rusia tiene un centro político común en Moscú; un centro espiritual común en Kiev (la madre de toda la Rus porque allí empezó el Cristianismo ruso); tiene un idioma común: el ruso; tiene un patriarcado común: el de Moscú, que es aliado del presidente ruso para mantener una misma fe, moralidad y cultura común.
Este es el mundo ruso, contra el cual, según ellos, se erige el occidente corrupto en el que se cultivan el liberalismo, los derechos homosexuales, el laicismo militante, la cristianofobia, mientras ellos defienden la moralidad tradicional, desde una concepción rigorista e inflexible.
“La enseñanza de estos ortodoxos está devastando y dividiendo a nuestra Iglesia. Tal como Rusia ha invadido a Ucrania, también el patriarcado de Moscú quiere invadir a toda la Iglesia Ortodoxa, como ya está haciendo en África causando divisiones y conflictos”.

En este marco hay que interpretar el encuentro virtual entre Francisco y Kirill el 16 de marzo. Fue una videoconferencia que se dio por iniciativa del Papa con el objetivo de parar la guerra y fortalecer la ayuda humanitaria a las poblaciones.
El Papa estuvo acompañado por el cardenal Kurt Koch y el patriarca por el metropolita Hilarión. Hubo dos comunicados por separado. Se coincidió en que el papel de los cristianos y sus pastores es hacer todo lo posible para que prevalezca la paz, en la importancia de las negociaciones en curso, de la ayuda humanitaria, de buscar la paz y la justicia.
Pero el Papa, según el comunicado vaticano más detallado, le recordó a Kirill que “no hay una guerra justa. En un tiempo, también entre nosotros, se hablaba de guerra santa o justa. Pero hoy no podemos hablar así. Las guerras son siempre injustas porque quien paga la factura de las guerras es siempre el pueblo que es bombardeado y muere. La guerra nunca es el camino de la paz”.

A Kirill, cercano a Putin a cambio de privilegios y dinero, el Papa le recordó que “nuestro lenguaje debe ser no el de la política sino el de Jesús”.
También el líder anglicano Justin Welby tuvo un encuentro telemático con Kirill pidiendo el cese del fuego.
Los esfuerzos del papa Francisco en pos de la paz no tienen descanso. A raíz de un pedido del episcopado de Kiev, el 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, consagrará solemnemente en la basílica de san Pedro a Ucrania y Rusia al Corazón Inmaculado de María. Mientras tanto, el patriarca Kirill donaba un cuadro de la Madre de Dios al ejército ruso para una rápida victoria. En respuesta, el patriarca ortodoxo de Ucrania Epifanio dijo que “la bendición de Kirill a asesinos y degolladores con la entrega de una icono de la Madre de Dios al ejército ruso, es un crimen espiritual”.

En los diarios y noticieros rusos no se informa sobre el drama de los prófugos ucranianos, los bombardeos contra objetivos civiles, las ciudades devastadas; según la propaganda se trata de una operación militar en contra de traidores y enemigos mientras los soldados rusos son considerados “héroes” (ya son cerca de 8 mil los muertos).
Pero el 6 de marzo hubo manifestaciones contra la guerra en 65 ciudades rusas, con cinco mil personas presas; y 270 sacerdotes rusos pidieron por internet parar la guerra e iniciar negociaciones. Lo mismo hizo el jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Estonia, el metropolita Yevgeny condenando la invasión rusa de Ucrania, con el respaldo firmado de todos los miembros del Consejo de Iglesias de Estonia.