
Esta vez Kirill (Cirilo) el patriarca ortodoxo de Moscú, usó la palabra “guerra” para referirse a la “operación militar especial” contra Ucrania, pero con una nueva interpretación. Dijo: “Esta es mucho más que una guerra. Es una frontal oposición y rechazo de los valores decadentes de occidente como la homosexualidad, el consumismo, la droga, su parodia de la libertad que se identifica con el “desfile gay”, la descomposición moral. Es una batalla por la identidad espiritual rusa y su civilización. Hay una guerra, pero es perpetrada contra nuestra fe ortodoxa y nuestros valores tradicionales por occidente”.
Kirill volvió a condenar las “fuerzas externas que tratan de dividir a los pueblos de Rusia y Ucrania, que son pueblos hermanos con una sola sangre y una sola fe, con una geopolítica que intenta debilitar a Rusia que ahora es un país fuerte y poderoso”.
Kirill escribió una carta al Consejo Mundial de las Iglesias que le pedía interceder por la paz: “La rusofobia se está extendiendo en occidente en una forma que no tiene antecedentes. Las orígenes del conflicto no hay que encontrarlas en Rusia y Ucrania sino en las relaciones entre Rusia y occidente. La NATO ha ignorado las preocupaciones de Rusia. Las sanciones económicas serán dañinas para todos. Se busca convertir a los ucranianos en enemigos de Rusia. Defendemos la intervención en respuesta a la represión y exterminio que sufren desde hace ocho años los rusos del Donbás”.
El patriarca se declara patriarca de “todas las Rusias”, es decir de la Gran Rusia que reúne a todos los habitantes de etnia rusa. No quiere perder a Ucrania porque allí tiene la mitad de sus curas y el 35% de sus fieles. Pero Kirill se olvida de hablar de la guerra real que ya ha obligado a dos millones de ucranianos a abandonar el país.
Le respondió el otro patriarca ortodoxo Epifanio, desde Kiev: “Los crímenes no se justifican hipócritamente con defender a la Iglesia y a la religión. El agresor con sus bárbaros bombardeos ataca también a los templos en Ucrania, donde se refugian los fieles. Los asesinos rusos agravan sus crímenes destruyendo hasta los santuarios”.
Por otra parte el brazo derecho del patriarca Kirill, el metropolita Hilarión ha sido despedido de la docencia en la universidad de Friburgo porque, según el decano de la Facultad de Teología Mariano Delgado “no ha sido capaz de enfrentarse a la clara violación del derecho internacional por parte de Rusia. Con su silencio adopta la posición de su patriarca. Callarse cuando hay que hablar alto y claro, no hace parte de la tradición profética del Cristianismo que debería ser un ejemplo a seguir por todos. La palabra profética es asumida en la Rusia actual por los laicos de a pie, los sacerdotes y diáconos. El nacionalismo se ha convertido en una nueva religión política, cuando en realidad es una patología. Como ocurre con demasiada frecuencia en la historia del Cristianismo, los dirigentes de la Iglesia no se atreven a cuestionar a sus gobernantes cuando ponen en marcha una guerra contra un pueblo hermano”.
No le faltó coraje sin embargo a uno de los presidentes de Pax Christi, el arzobispo católico Giovanni Ricchiuti que denunció el actual aumento de los gastos militares en occidente: “Ya los romanos decían: “si quieres la paz, prepara la guerra” y ahora todavía los países europeos siguen haciendo lo mismo. Por el contrario, los cristianos gritamos: “si quieres la paz, prepara la paz”. Mostrar los músculos y la fuerza bruta, nunca podrá llevar a la paz. No hay que echar nafta sobre el fuego. No hay plata para el pueblo, pero para las armas siempre se encuentra. Las lanzas transformadas en podaderas, profetizadas por Isaías, no se han realizado aún; las espadas y lanzas se han transformado en misiles y bombas. Hay que luchar contra la irracionalidad e inmoralidad de toda guerra; la violencia llama a violencia. Se necesita más valentía optar por la paz y los medios pacíficos que por la guerra”.
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