
El papa Francisco ha dicho claramente desdiciendo a Putin: “La de Ucrania no es tan solo una “operación militar especial” sino guerra, la que solo siembra muerte, destrucción y miseria”; pidió que pare la guerra y “prevalezca el sentido común”. El pasado domingo 13 de marzo dijo el Papa: “En nombre de Dios paren esta masacre. Frente a la barbarie de la matanza de niños, de inocentes y civiles inermes, no hay razones estratégicas que valgan. Únicamente hay que terminar con esta inaceptable agresión armada antes que reduzca las ciudades a cementerios”.
El Vaticano no se autopropone como mediador, sino como facilitador de un diálogo o negociación entre las partes. Se ha escrito que la actuación del Vaticano ha sido hasta ahora modesta y demasiado diplomática, carente de coraje profético, condicionada por el objetivo de no acrecentar la división con Kirill y con Rusia.
En realidad la acción del Vaticano es pragmática, sabedora de que la política es el arte de lo posible. El Papa ha condenado repetidas veces esta guerra, pero le ha resultado difícil una mediación.
El escritor Bernard Lecomte, conocedor del este europeo y autor de una biografía sobre Juan hablo II, afirma en una entrevista a la agencia I.Media que “Moscú no considera el Vaticano como un órgano neutral, imparcial, dada la postura de la Iglesia Católica en Ucrania que siempre se ha opuesto radicalmente al comunismo y al patriarcado de Moscú. El Papa es visto por los rusos como el líder de los católicos ucranianos, hostiles a Moscú. La diplomacia vaticana encuentra dificultad a moverse debido a esto, aunque el Papa quisiera establecer contactos con Moscú, como lo ha demostrado su visita a la embajada rusa en el Vaticano. Además el Papa no tiene mucha familiaridad con la sensibilidad eslava y rusa y en el Vaticano hay muy pocas personas que conozcan a fondo la Rusia de hoy”.
Hernán Sergio Mora es vaticanista y vive en Roma desde hace más de treinta años y conoce perfectamente las interioridades del Vaticano. Él asegura: “El papa Francisco es un gran defensor del diálogo pero no ha sido escuchado. Para él esta guerra es muy dolorosa porque es un enfrentamiento entre pueblos cristianos. El Papa el 25 de febrero ha ido a la embajada rusa discretamente (se supo por la foto del pequeño Fiat con el que se trasladó a la embajada) para manifestar su voluntad de mediar por la paz, en un gesto sin precedentes. Hay voces que quisieran que hubiera una condena por parte del Vaticano incluyendo nombres y apellidos. Pero no se han dado cuenta que de hacerse así, sería imposible cualquier mediación para un alto al fuego. El Vaticano debe necesariamente ser muy cauto para poder intervenir. El Papa es indudablemente una gran voz ética y una autoridad moral respetada por todos. Hay que recordar que desde Juan Pablo II la “ostpolitik” del Vaticano (es decir la política de distensión hacia los países del este europeo), se ha convertido en una diplomacia muy importante a nivel mundial. Por su parte Putin es un ruso ortodoxo que carece de ideología pero sueña con un glorioso pasado que hoy ya no existe”.
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