Leonardo Boff se refirió a la guerra entre Rusia y Ucrania con este comentario: “Las durísimas sanciones impuestas por USA y la NATO a Rusia pueden llevar al colapso de toda su economía. Ante este posible desastre nacional, el líder ruso ya ha amenazado con ataques nucleares. Solo el arsenal de Rusia puede destruir varias veces toda la vida en el planeta; y una respuesta podría damnificar toda la biosfera sin la cual nuestra vida no podría continuar…

…Detrás de todo lo que está pasando está el hecho que la NATO se ha extendido hasta los límites con Rusia. Solo faltaba incluir a Ucrania para cerrar el cerco; misiles colocados en la frontera ucraniana alcanzarían a Moscú en minutos. De allí se entiende la exigencia de Rusia de mantener la neutralidad de Ucrania. Pero no se entiende la crueldad de la guerra con todas sus perversiones; ninguna guerra es justificable.
Esta confrontación entre potencias como Rusia y Estados Unidos (con su brazo armado que es la NATO), sin excluir a China,  revela la inconciencia de los actores en cuestión, que pueden poner en peligro, incluso sin armas nucleares, la vida humana en todo el planeta. Estos líderes no han aprendido la lección básica del Covid19 que no respetó la soberanía ni los límites nacionales y ha afectado al mundo entero. Es hora de construir la Casa Común. La epidemia pide la instauración de una gobernación global para  problemas globales. Tenemos tan solo 9 años para evitar una situación de no retorno en el tema del calentamiento global. Son otros los problemas que deberían preocupar a los jefes de estado y a los políticos: la crisis ecológica, la desigualdad social, el hambre, la superpoblación etc.
Ante estos peligros es ridícula, además  de trágica, una guerra por zonas de influencia y de soberanía; son temas  obsoletos.  Los humanos ocupamos el 83% del planeta y agotamos casi todos los recursos no renovables.
La población ha crecido en el último siglo y medio de forma exponencial. ‘Nos salvamos todos o no se salva nadie’, dijo el papa Francisco en Fratelli Tutti (n.32). Tenemos que cambiar; en caso contrario vamos al encuentro de un desastre ecológico-social sin precedentes (sin pensar en una posible guerra mundial).
Casi nadie se preocupa por este escenario inquietante y amenazador. Se vive en la inconciencia como en los tiempos de Noé. Pero la esperanza nunca muere y en el mundo están actuando en todas partes nuevos Noés anónimos que a partir de abajo van construyendo arcas salvadoras, ensayando una nueva economía solidaria, un nuevo tipo de democracia popular y participativa, de progreso ecológico–social. La guerra de estos es contra el hambre, por una justicia para todos, promoviendo la vida y defendiendo a los más débiles y desvalidos”.