UCRANIA: IGLESIAS CONTRA la GUERRA

en moscú la policía filma a una manifestante que sostiene un cartel pidiendo el fin de la guerra
Manifestaciones en Moscú: antes de ser arrestada, la mujer pide: «Detengan la guerra».

La Iglesia Católica y todas las Iglesias Evangélicas a nivel mundial y también en Ucrania y Rusia se han declarado en contra de la invasión rusa y la guerra. A nivel de Iglesia Ortodoxa el patriarca Bartolomé, que dijo haber sido amenazado de muerte por los rusos, desde Turquía condenó “la invasión no provocada de Rusia contra un estado independiente y soberano…

… es un hecho que hiere gravemente la ley internacional y la moralidad. Se está imponiendo la irracionalidad sobre la razón, el odio sobre el amor, la muerte sobre la vida”.
El metropolita Epifanio de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana ahora autocéfala, que ha sido también amenazado de muerte,  escribió una carta pública  al patriarca Kirill de Moscú en estos términos: “Denuncio la agresión en gran escala, no provocada,  contra Ucrania por parte de Rusia que es el estado cuya Iglesia Ortodoxa usted dirige. Una invasión por la que miles de mujeres, niños y ancianos se han visto obligados a buscar un lugar más seguro, abandonando sus hogares. Está claro que para usted es mucho más importante mantener su alianza con Putin y los dirigentes rusos, que la paz del pueblo ucraniano y detener la agresión. Por lo tanto le pido que tenga misericordia al menos hacia sus conciudadanos y su rebaño. Hay tres mil soldados rusos muertos en Ucrania ; le pido que se los lleve a su país para que sus familias y amigos puedan despedirlos y enterrarlos. Nuestro gobierno ha pedido ayuda a la Cruz Roja Internacional, frente a la inacción del ejército ruso. Si no puede levantar la voz contra la agresión, ayude al menos a retirar los cuerpos de los que pagaron con su vida los ideales de la Gran Rusia, de usted y de su presidente”.
Ahora ya se habla de por los menos 6 mil soldados rusos muertos y en Rusia, la que no reconoce que haya guerra (solo hay una “operación especial”) y por lo tanto tampoco habrá funerales oficiales para los soldados rusos caídos en Ucrania; tan solo habrá un compensación económica para las familias.
Lo más novedoso es la explícita oposición a la invasión rusa de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, hasta ahora fiel al patriarcado de Moscú. Su metropolita Onofre exhortó a todos “a defender hasta las últimas consecuencias la soberanía y la integridad de Ucrania  y a exigir al presidente ruso que pare esta guerra fratricida”.
El patriarca ortodoxo de Moscú Kirill es el único, junto al patriarca serbio, que ha apoyado a Putin, aún invitando a rezar para el rápido establecimiento de la paz. También describió a los adversarios de Rusia como “fuerzas del mal” y dijo: “no debemos permitir que se burlen de nosotros esas fuerzas exteriores, oscuras y hostiles. Recemos por la paz y la unidad de la Iglesia Ortodoxa ucraniana. Hay que proteger a nuestra patria histórica común contra los que quieren dividirnos. Que el Señor bendiga la tierra rusa que incluye a Rusia, Ucrania, Bielorrusia y otras tribus y pueblos”.

En 2012 Kirill había declarado que la presidencia de Putin era un “milagro de Dios” y ahora no duda en justificar la represión de Putin contra sus opositores y en bendecir las armas del ejército exaltando “su coraje y determinación por haber elegido el caminos justo”.
Es sabido cómo la Iglesia Ortodoxa Rusa peca de “cesaropapismo”, es decir no sabe distinguir, como pedía Jesús, lo que se debe al César y lo que se debe a Dios.
Pero, en contra de Kirill,  en la misma Rusia 233 sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa firmaron una carta donde exigen “el fin de la guerra fratricida y la libertad para el pueblo ucraniano sometido de forma inmerecida a esta terrible experiencia. El pueblo ucraniano debe tener libres elecciones no bajo la mira de las ametralladoras y sin presiones ni de occidente ni de oriente. Ningún llamamiento a la paz y al fin de la guerra debe ser rechazado por la fuerza y considerado ilegítimo, porque este es el mandamiento divino: “Bienaventurados los pacificadores”. Solo el diálogo es la única alternativa a la violencia. Ninguna autoridad nos protegerá del Juicio de Dios”.