El papa Francisco ha reconocido como “venerable” al Siervo de Dios argentino, Eduardo Pironio, por sus virtudes heroicas, dando el último paso antes de su beatificación. Pironio, cuya causa de beatificación empezó en 2003, asistió al Concilio Vaticano II como perito y fue secretario general de la Conferencia de Medellín.
Fue obispo de Mar del Plata, presidente del Celam a nivel latinoamericano, prefecto de la Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares en el Vaticano, titular del Consejo Pontificio para los Laicos, organizador de las primeras Jornadas Mundiales de la Juventud (la primera en Roma en 1985 y la segunda en Buenos Aires en 1987).
Brilló por su humildad, amabilidad, alegría y esperanza en tiempos difíciles; fue hombre de gran calidad humana y profunda espiritualidad.
Había nacido en Nueve de Julio (Buenos Aires), el hijo número 22 de inmigrantes italianos. Debido a su predicación comprometida en la opción preferencial por los pobres fue tildado por algunos de comunista.
Siendo obispo de Mar del Plata, estuvo en la mira del fanatismo de la organización Triple A, la que también mató al p.Carlos Mugica, uno de sus grandes amigos.
Fue amenazado reiteradas veces de muerte. Esto sucedió durante la tercera presidencia del general Perón y su sucesora Isabelita. De hecho su traslado al Vaticano en 1975 se debió a la preocupación del Papa Pablo VI , que lo apreciaba mucho, por su integridad física. Tras la muerte del Papa Montini en 1978, Pironio fue considerado papable, es decir candidato a Papa, pero fue elegido el cardenal Albino Luciani que tomó el nombre de Juan Pablo I°.
Pironio murió el 5 de febrero de 1998 en el Vaticano debido a un cáncer óseo muy doloroso que lo había afectado durante años, pero que lo mantuvo postrado en la cama los últimos cinco meses de vida. Con una llamativa entereza ante el sufrimiento, permaneció lúcido hasta el final.
Sus restos descansan por su voluntad en la basílica de Nuestra Señora de Luján donde había sido ordenado sacerdote. Dijo de él el papa Juan Pablo II en sus funerales: “¿Cómo olvidar el gran aporte que dio a las celebraciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud? Quisiera dar gracias públicamente a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi ministerio petrino”.
Que grata noticia! Un santo varón de Dios. Coherente y comprometido con su tiempo.
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