
El obispo católico de Kiev, Vitaliy Krivitskiy, declaró a una agencia católica europea: “Creemos que no habrá guerra porque no hay motivos reales para eso y nunca la guerra es solución a los problemas. Pero la preocupación no es infundada. Vivimos días inciertos…
…Es desde el año 2014 que mucha gente está tentada de emigrar, de escapar; pero no es un fenómeno generalizado. Hay tensión por las noticias que llegan de afuera. Ya se están preparando refugios, aunque todo aparentemente siga igual. Los inversores ya sacan su dinero, la moneda cae y los precios suben. Algunas compañías aéreas ya han cancelado vuelos, muchas embajadas han retirado su personal. No se ha producido todavía ninguna acción armada por parte de los rusos, más allá de la anterior ocupación de Crimea y Donbass en el norte de Ucrania donde la guerra continua, con dos millones de desplazados internos.
Tal vez fue excesivo (y apurado) el llamado a sus ciudadanos a que abandonen el país por parte de Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido. Pedimos a la comunidad europea y occidental que no manipule y no juegue con nuestro país, en pos de sus propios intereses. La desinformación produce muchos daños en el país. No existe ningún fundamento ni un real motivo para una guerra. En el caso de invasión rusa, la Iglesia no abandonará a nadie y seguirá trabajando por la paz. Tratamos de ayudar a la gente a encontrar la verdad de las cosas, a no dejarse engañar ni entrar en pánico. Tenemos un dialogo constructivo con las autoridades del país. Nosotros buscamos estar cerca de la gente“.
Se dice en Ucrania que Rusia está haciendo presión y una guerra de propaganda y exhibición de armamento para poner en crisis al gobierno ucraniano e instaurar un régimen fiel a Rusia, para que vuelva a reintegrarse en el área de la ex Unión Soviética.
Mientras tanto el pueblo piensa no en ganar la guerra sino en ganarse el pan de cada día, en el marco de una fuerte crisis económica. Los católicos son unos cinco millones, poco más del 10% de la población en mayoría ortodoxa. Todas las noches se han organizado para rezar en una determinada hora por la paz; cada día 27 mil personas participan online del rezo del rosario.
El nuncio apostólico en Kiev afirma que el llamamiento a la paz del Papa ha sido muy apreciado porque “Él goza de mucha confianza en la sociedad ucraniana a pesar de que la mayoría de la gente no es católica. Es el primero o segundo entre las personalidades hoy con más autoridad moral”.
El patriarca ortodoxo Bartolomé se ha declarado en contra de una guerra y ha citado a Francisco: “Como ha dicho nuestro amado hermano Francisco, el Papa de Roma, la guerra es una locura. Esta retórica violenta, esta escalada de palabras y medios militares pesan en forma cruel y amenazante sobre el pueblo de Ucrania. No queremos una nueva guerra en Europa”.
La Iglesias cristianas, incluida la Católica, de Ucrania y demás religiones han hecho un llamado para que “se deje de utilizar a Ucrania como terreno de juego para otras partidas”, ya que Ucrania ha llegado a ser el epicentro de una confrontación más amplia, entre Rusia y occidente.
Por su parte el embajador ucraniano en el Vaticano confirmó que su gobierno estaba dispuesto para una mediación del Vaticano e invitaba al Papa a visitar Ucrania, inclusive en la situación actual. El Papa, recordando a los santos Cirilo y Metodio que evangelizaron a los países eslavos, exhortó a toda Europa a que recuerde sus raíces cristianas y a que “todas las naciones mantengan su espíritu de fraternidad y respeten la libertad de cada país”. Lamentó que así como no se escucharon los llamados a la paz de Benedicto XV antes de la primera guerra mundial (“la inútil masacre”), de Pio XII antes de la segunda y de Juan Pablo II antes de la guerra del golfo, con las consecuencias por todos conocidas, tampoco se escuchen hoy los llamados de la Iglesia. El embajador ruso en el Vaticano reveló que el Papa se reunirá con el patriarca ortodoxo de Moscú -Kirill- en junio o julio próximo.
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