EUTANASIA: DEBATE en URUGUAY y ARGENTINA

una persona joven toma la mano muy anciana de un paciente acostado, que esta cubierto con un rebozo de lana tejida
“Sería muy triste que, en el momento de mayor fragilidad, cuando el enfermo más necesita de la compasión, el alivio y el acompañamiento, la sociedad uruguaya le ofreciera la muerte como respuesta”. “No es esa la forma de hacer ‘que los más infelices sean los más privilegiados´” (obispos uruguayos en el Parlamento).

Desde hace tiempo se está debatiendo en Uruguay un proyecto ley en favor de la eutanasia; ahora también en Argentina se está trabajando en un proyecto similar para legalizar la eutanasia o el suicidio asistido cuando los pacientes lo piden, por sufrir una enfermedad grave e incurable.

El uruguayo Miguel Pastorino, docente de filosofía en la Universidad Católica de Uruguay y experto en este tema ha escrito: “En los debates públicos se repiten argumentos absurdos, falacias y fantasías sobre eutanasia. Muchos confunden la eutanasia con la sedación paliativa al final de la vida para aliviar el sufrimiento, lo cual es éticamente correcto y legal. Pero la sedación no mata al paciente; quizás este muera por la enfermedad, pero muere sin sufrir. En cambio la eutanasia busca y provoca la muerte de una persona.
Muchos creen que los cristianos queremos imponer valores religiosos en un debate laico. Pero la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los códigos de ética médica no tienen ninguna fundamentación religiosa ni citan la Biblia. La eutanasia está prohibida en la mayoría de los países del mundo porque es un delito, una forma de homicidio, igual que la colaboración con el suicidio (suicidio asistido). La Asamblea Médica Mundial volvió a ratificar en 2019 su condena a estas prácticas contrarias a la ética médica.
Este tema es un tema humano y por lo tanto hay que discutirlo con argumentos racionales y no con prejuicios y etiquetas por la ideología o religión de cada cual. Hasta se ha llegado a decir que la eutanasia, igual que el aborto, es un “nuevo derecho” conquistado: el derecho a morir. Hay que recordar que la eutanasia no es una forma natural de morir sin sufrir; es provocar y buscar la muerte. Se usa la expresión “muerte digna”, cuando en realidad la muerte digna no es matar o suicidarse, sino morir aliviado por los cuidados paliativos, acompañado por los familiares y en paz.
A eso de matar a una persona se lo llama “ayudar a morir” como si se le hiciera un favor. Son todos eufemismos para confundir a las personas. Inclusive se habla de una iniciativa “progresista”, cuando es volver a tiempos de oscurantismo que se esperaban superados.
Una sociedad realmente progresista es la que atiende a los ancianos, a los más vulnerables e indefensos; eso indica el grado de civilización de un pueblo. No hay vidas más dignas que otras. La dignidad es inherente a todo ser humano con sus derechos básicos, a los que no se puede renunciar ni atropellar.
En efecto, la eutanasia crea una cruel discriminación entre seres humanos descartables y otros que se consideran más valiosos, tal como sucedía durante el nazismo en Alemania. Tampoco hay que prolongar la vida artificialmente; es tan inhumano alargar la agonía como matar al paciente. Además legalizar la eutanasia es emprender un proceso resbaladizo, cada vez más veloz, de nunca terminar.
Holanda fue el primer país en legalizar la eutanasia en algunos casos; hoy se practica con cualquiera mayor de 12 años y también con bebés que nacen con algún tipo de discapacidad que les haría “imposible” una vida feliz. Se realizan cientos de eutanasias sin consentimiento del paciente. Hay propuestas de ley para ejercer la eutanasia a mayores de 75 años “cansados de la vida”. Solo en 2020 murieron por eutanasia 6.938 personas. Los defensores de la eutanasia dicen descaradamente que lo que importa no es la vida sino la que ellos llaman “calidad de vida” para determinar si una persona es descartable o salvable”.