
Se han celebrado los 510 años del famoso sermón de Montesino. Así describe el teólogo Juan José Tamayo el episodio: “El 21 de diciembre de 1511, cuarto domingo de adviento, el fraile Antón Montesino del convento dominico en La Española (hoy Santo Domingo) subió al púlpito del templo para pronunciar un discurso histórico. La parte esencial del discurso ha llegado a nosotros por la pluma de fray Bartolomé de las Casas, presente en la misa y que también nos transmitió las reacciones al mismo…
…El sermón fue preparado por toda la comunidad religiosa de la isla: una quincena de dominicos que conformaban la primera comunidad dominica de América. Todos firmaron de puño y letra el sermón y el superior de la comunidad Pedro de Córdoba encargó a fray Antón Montesino de pronunciarlo. El sermón fue fruto de la experiencia de los frailes, del ‘crudelísimo y aspérrimo cautiverio de los indios en las minas de oro, tratados como animales’ y denunciaba el régimen de la encomienda como ‘contrario a la ley divina, natural y humana’.
El templo estaba a rebosar. En los primeros asientos figuraban las autoridades coloniales, el virrey almirante Diego Colón, hijo de Cristóbal y muchos encomenderos, entre los cuales Bartolomé de las Casas que en aquel tiempo también lo era. Montesino era un fraile español, excelente predicador.
Empezó:
‘Voz que clama en el desierto…’ . Es conocida su encendida defensa de los indígenas: ‘¿éstos no son hombres?, ¿no tienen alma racional?, ¿cómo estáis tan adormecidos para no entender?
En el estado de pecado mortal en el que estáis, tened por cierto que no podréis más salvaros que los moros o los turcos que no conocen a Cristo.
Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la crueldad que usáis contra esta gente inocente’.
Terminada la misa, Diego Colón y los oficiales reales fueron al convento de los dominicos para exigir una retractación de Montesino. El domingo siguiente volvió a hablar Montesino y volvió a declarar que los encomenderos no podrían salvarse si no dejaban en libertad a los indios y que irían directamente al infierno si persistían en esa explotación; y amenazó con la negativa de admitirlos a los sacramento de la confesión y comunión.
Allí empezó la persecución contra los dominicos de La Española que nunca se retractaron. Pedro de Córdoba y el mismo Montesino tuvieron que viajar a España para defenderse frente al rey de las calumnias y promover la causa de los indígenas. Por primera vez se conoció “cómo se combatía con las armas a gente pacífica y mansa, como se entraba en sus casas y se tomaba a mujeres, hijas y haciendas, como a los hombre se los partía por el medio y le cortaban la cabeza de un tajo, los quemaban vivos y los condenaban a trabajos forzados en las minas” (Montesino).
Según Tamayo, “ese discurso de adviento marcó el comienzo del Cristianismo liberador en América Latina hasta llegar a la Teología de la Liberación cuyo cincuenta aniversario de nacimiento también celebramos este año”.
A fines de 1971 salía “Teología de la liberación; perspectivas” de Gustavo Gutiérrez, que dijo asumir el legado de Montesino y Bartolomé de las Casas.
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