El arzobispo de París, Michel Aupetit, presentó su renuncia al Papa después que un semanario, “Le Point”, lo acusara públicamente, sin pruebas reales, de haber faltado a su celibato con una mujer cuando era simple sacerdote en 2012. Aupetit negó rotundamente cualquier relación amorosa o sexual con aquella mujer, pero reconoció haber tenido un “comportamiento que pudo ser ambiguo”. Y dijo haber renunciado “no por una confesión de culpabilidad, sino para preservar la diócesis de la división que provocan la sospecha y la pérdida de confianza”.
El director de “Religión Digital” José Manuel Vidal, siempre bien informado, escribe por otra parte: “No se trataría de una ruptura del celibato, aunque es cierto que al Papa no le gusta la doble vida ni la doble moral ni la hipocresía de sus obispos, pero la verdad es que el Papa aceptó la renuncia del arzobispo sobre todo por abusos de poder. Ya no es posible dirigir una diócesis sin contar con los órganos consultivos, sin sinodalidad alguna, siguiendo siempre el criterio del prelado de turno (“ordeno y mando”). Aupetit ejerció su cargo en clave de poder, en el más puro corte clerical. Dos de sus obispos auxiliares, que además eran sus vicarios, renunciaron en un lapso de cuatro meses. El autoritarismo fue la razón fundamental de la rápida aceptación de la renuncia por parte del Papa”.
Otro golpe mediático contra Aupetit lo dio “Paris Match” publicando unas fotos del arzobispo paseando con una religiosa y teóloga, Laetitia Calmeyn. El título era: “Aupetit, perdido por amor”.
La teóloga reaccionó con una entrevista a “La Croix” declarando: “Todo esto lo viví como un trauma, un shock. Me surgió enseguida una pregunta: si hubiera sido un hombre, un sacerdote fotografiado en compañía del arzobispo, ¿ habría recibido este tratamiento mediático?. ¿Pueden las mujeres en la Iglesia ser reducidas constantemente a objetos de sospecha? Todo esto quiere decir que en la Iglesia y a los ojos del mundo es impensable una relación vivida en amistad entre un hombre y una mujer. Es normal que una persona como Aupetit que ha sido triturado por la prensa, que tuvo que renunciar, conserve espacios de amistad para superar la prueba. ¿Dónde está el escándalo? Ciertamente no en la amistad, sino en la maledicencia. Se me acusa de haber ocupado un lugar desproporcionado en el gobierno de la diócesis. Nunca formé parte del equipo de apoyo al arzobispo en su gobierno, si bien tengo cargos de docencia teológica. Es lamentable que estas acusaciones se sigan dando a pesar de que se habla mucho de promover a la mujer en la Iglesia. Todas estas acusaciones que sugieren sospechas hacia las mujeres, son injustas y duelen”.
Por otra parte, recibiendo en el Vaticano a los obispos franceses, el Papa respaldó en general el Informe Sauvé y la venta de bienes de la Iglesia francesa (un obispo puso en venta el palacio episcopal) para indemnizar a las víctimas de abusos.
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