El obispo de San Isidro, Oscar Ojea -reelegido presidente de la Conferencia Episcopal Argentina- presentó los seis mayores desafíos, según los obispos, para la Iglesia en los próximos años. El primer reto es el de una Iglesia misionera, en salida. El segundo es el Sínodo, ya empezado con la actual etapa de la fase diocesana, para que todo el Pueblo de Dios se sienta involucrado en la misión. El tercer desafío es el magisterio social del Papa, coherente con la Doctrina Social de la Iglesia y la opción preferencial por los pobres.
Dijo Ojea: “Se acusa falsamente a la Iglesia de pauperismo, desconociendo lo que la Iglesia hace por la promoción humana de los pobres y su dignidad. Se acusa injustamente a los pobres tildándolos de vagancia, de vivir de planes, de indolencia. Se les atribuye a ellos toda la responsabilidad de su condición social”.
El cuarto desafío es la defensa de la vida contra el aborto y la eutanasia, dando testimonio de estas verdades que perteneces al orden natural.
El quinto es contra el encubrimiento de abusos, priorizando la protección y defensa de las víctimas. Constata Ojea que “en la inmensa mayoría de los casos se trata de denuncias que responden a la verdad, lo que debe instarnos al saneamiento de la estructura eclesial, rechazando cualquier tipo de clericalismo y abusos de poder”.
El sexto es la defensa de la igual dignidad entre varones y mujeres “a pesar de una larga historia patriarcal”, pero en contra de “la ideología de género que no ha de imponerse en los proyectos educativos, desconociendo la responsabilidad de los padres”.
Ojea también lamentó que “algunos medios de comunicación no vacilan en usar la desinformación, la calumnia y la difamación para agredir a la Iglesia y expulsarla del espacio público. También se constata cierto integrismo religioso que no respeta la libertad de los demás, alimenta la intolerancia, añorando una Iglesia que imponga su poder. Ambos sectores, de gran relieve económico y mediático, se han unido para denigrar a la Iglesia a través de la figura del papa Francisco”.
Mientras tanto en Rosario, el arzobispo Eduardo Martin, dijo que en aquella ciudad “el narcotráfico cuenta con una organización delictiva superior a la que cuenta el estado para dar una respuesta. Desde hace años pareciera que existe una legalización de hecho del comercio de drogas; a diario se elimina la vida, llegando a naturalizar también la muerte. Vivimos detrás de rejas”.
Desde el año 2013 hasta mitad del año pasado se contaron 1.298 asesinatos y más de cinco mil heridos de bala, en mayoría jóvenes. En lo que va de este año, hubo más de 200 asesinatos vinculados al narcotráfico. La Iglesia quiere sacudir la indiferencia generalizada (“se matan entre ellos”) y que se ataquen las causas, el caldo de cultivo por el cual ha surgido este fenómeno.
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