
En sus cinco días de estancia en Chipre, Grecia y la isla de Lesbos, el Papa hizo fuertes denuncias sobre el drama de los inmigrantes. “Dieron todo lo que tenían para subir a una barcaza de noche, sin saber si llegarían o no a destino. Una vez llegados se encuentran con muros y alambradas como en una guerra…
…Son tan solo refugiados que buscan pan, libertad y ayuda. Huyen de la miseria y del odio y se encuentran también con el odio reflejado en esas alambradas. El drama de los inmigrantes es que caen en manos de los traficantes que los desvalijan antes de embarcarse; y una vez devueltos, vuelven a caer otra vez en manos de los traficantes. Hay “campos” en el norte de África, centros de detención donde las mujeres son vendidas, los hombres torturados y esclavizados. Nosotros nos estremecemos cuando leemos la historia de los campos de exterminio de los nazis o los soviéticos. Pero esto sucede también hoy. Hay que abrir los ojos. Lo peor es que nos estamos acostumbrando a estas noticias que escuchamos por tv y leemos en los diarios. Y esta es una enfermedad grave para la cual no hay antibiótico. Alambres de púa, destierros, esclavitud.. ¿Esta es nuestra sociedad desarrollada que nosotros llamamos Occidente?”.
El Papa se refería a los refugiados en los campamentos de Libia donde los inmigrantes son devueltos por la fuerza cuando son expulsados por Europa y allí viven “un infierno inimaginable”. Allí se los lleva cuando la guardia costera libia los apresa en el mar.
Siguió diciendo el Papa: “Encontremos el coraje de avergonzarnos frente a nuestros hijos, a los niños. Paren este naufragio de la civilización. El Mar Mediterráneo ha llegado a ser un gigantesco cementerio sin lápidas. El “mar nuestro”, cruce de civilizaciones, es ahora un mar de muertos. Se fomenta el miedo para el extranjero, pero no se habla de la explotación de los pobres del tercer mundo, las guerras a menudo generosamente financiadas, los acuerdos económicos a costa de la gente, las maniobras ocultas para traficar armas y hacer que se extienda su comercio. Hay que enfrentar las causas, no a las personas que pagan las consecuencias de ello, siendo además usadas como propaganda política”.
Por segunda vez el Papa estuvo en la isla griega de Lesbos, a tan solo 20 km de Turquía. Constató que “poco ha cambiado”. Lesbos, igual que Lampedusa, el estrecho de Gibraltar, la frontera México-Estados Unidos, el canal de la Mancha, la ruta balcánica, la frontera Bielorusia-Polonia son el símbolo de los pobres que se escapan de la miseria y el hambre en busca de una vida mejor. “Cuando se rechaza a los pobres, se rechaza la paz”, dijo el Papa. Sugirió que “cada gobierno europeo diga claramente a cuantos puede recibir y se comprometa a acompañarlos, a promoverlos e integrarlos”. Si no se integra a un inmigrante con educación y trabajo, se corre el riesgo de tener mañana un terrorista. Debe haber una justa repartición de los migrantes en todos los países europeos. Puso a Chipre como ejemplo porque es el país de Europa que más refugiados recibe en comparación con su población. No olvidó el Papa a los cruzados anti-islam que luchan contra la nueva invasión de los barbaros en defensa de la “civilización cristiana”.
Dijo el Papa: “Se olvidan que en las riberas de este mar, Dios se hizo hombre porque nos ama como hijos y nos quiere hermanos entre todos”.
El Papa desde Grecia denunció también “un retroceso de la democracia, una suerte de escepticismo democrático y una deriva hacia los populismos y autoritarismos. Europa aparece desgarrada por los egoísmos nacionalistas de sus integrantes “.
Sin embargo, los grandes medios y redes sociales a nivel mundial no se hicieron mayormente eco de estas duras y certeras denuncias.
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