MARRUECOS: MURIÓ SOBREVIVIENTE de TIBHIRINE

el muy anciano Jean-Pierre se encuentra con francisco, que le besa la manoEl 21 de noviembre pasado murió, a los 97 años, el monje francés Jean-Pierre Schumacher, el último sobreviviente de la comunidad trapense a la que pertenecieron los siete monjes asesinados y decapitados por terroristas islámicos en Tibhirine (Argelia) en 1996.

Cuando en la noche del 27 de marzo de 1996, los siete monjes del monasterio de Nuestra Señora del Atlas fueron secuestrados por  los “hombres de la montaña”, Jean-Pierre se salvó porque estaba de servicio en portería, un edificio adyacente al monasterio. También se salvó otro Hermano, Amedee, ahora ya fallecido. Ambos, después de los hechos, fueron trasladados a Marruecos en el monasterio de Midelt, que es la única presencia trapista que ha quedado en el norte de África.
Allí murió Jean Pierre, no sin antes haber probado la inmensa alegría de presenciar en 2018 en Orán la beatificación de sus siete compañeros junto a otros 12 religiosos y religiosas mártires en Argelia. Y cuando el papa Francisco viajó a Marruecos en 2019 quiso verlo, lo abrazó y le besó las manos.
Por largo tiempo Jean-Pierre fue atormentado por una duda dolorosa: ¿Por qué Dios no había querido llevárselo junto a sus hermanos?; quizás no era digno de ello…  Hasta que una mujer, la abadesa de un monasterio femenino le dijo: “En estos 25 años has dado testimonio de amor y diálogo con  los hermanos musulmanes. El Señor les ha pedido a tus cohermanos  que dieran ese testimonio de amor con su sangre y a vos que sigas dando ese testimonio con tu vida”.
Así comprendió que Dios lo había preservado para dar continuidad a ese espíritu de diálogo y amor fraterno con los hijos del Islam. Por años Jean-Pierre había llevado los productos del monasterio al mercado y conocía un montón de gente; el Hermano Luc era médico profesional y atendía a todos y en todo momento, otros daban clase a los niños…
Efectivamente repetía Jean-Pierre: “Nosotros no queríamos ser mártires; sabíamos de los peligros y recibimos amenazas pero no quisimos abandonar a la gente. Sólo queríamos ser signo de amor y esperanza para esta pobre gente”.
La población, exclusivamente musulmana, de las aldeas alrededor del convento apreciaba a los monjes y no lograba imaginar cómo hombres de oración que vivían de su trabajo haciendo el bien, pudieran haber sido masacrados tan bárbaramente. En ocasión de los funerales y la sepultura de las siete cabezas encontradas, la policía no quería dejar entrar a la gente en el  monasterio hasta que la presión fue tal que todos pudieron entrar y echar  un puñado de tierra en las tumbas de cada monje, como signo de afecto y agradecimiento.
Jean-Pierre tampoco olvidaba, con profundo agradecimiento a 114 imanes mártires asesinados también por el GIA (Grupo Islámico Armado) en Argelia por defender a los cristianos y rechazar el fundamentalismo islamista. Los siete monjes fueron secuestrados en la noche del 27 marzo de 1996, llevados a la montaña y decapitados 56 días más tarde. La historia de estos religiosos inspiró  una famosa película francesa (“De dioses y hombres”) que ganó el Gran Premio del Festival de Cannes en 2010, con tres millones de espectadores tan solo en Francia.