
Antes de que el 12 de noviembre terminara la Conferencia de la ONU n.26 sobre Cambio Climático (COP 26) en Glasgow, el Papa envió un mensaje a los obispos de Escocia lamentando no haber podido estar presente como en un principio había pensado, y volvió a instar a los líderes mundiales a “no perder esta oportunidad, porque el tiempo se acaba. Se trata de encarar una de las grandes cuestiones morales de nuestro tiempo, para que no tengamos que enfrentarnos al juicio de Dios por no haber sido fieles administradores del mundo que nos ha confiado”.
En la Conferencia participó el secretario de estado del Vaticano, Pietro Parolin, que leyó un mensaje papal pidiendo valentía, decisiones concretas y urgentes y una respuesta a la “deuda ecológica” para con los países más pobres, los menos contaminantes pero los más perjudicados. Por su parte, Cáritas Internacional denunció la difusión en muchos países de una “cortina de humo” y fake news por parte de voces interesadas y empresas productoras de petróleo, carbón y gas que recurren a la misma estrategia de las industrias tabacaleras décadas atrás cuando negaban la asociación entre el humo de cigarrillo y las enfermedades pulmonares. Las mismas manipulaciones se usan hoy por parte de las industrias extractivas.
Escribe Leonardo Boff: “Según la investigación de más de cien expertos de 52 países, el calentamiento global es fruto de la actividad humana y del uso de energías fósiles (petróleo, carbón y gas). A pesar de que el escenario sea dramático seguimos teniendo conocimiento científico, capacidad tecnológica y financiera para enfrentar el cambio climático. Sin embargo en la COP 26 ocurrió un retroceso: China e India, los más grandes emisores después de USA, no han querido suscribir ninguna meta de control de los gases de efecto invernadero. Si no cambia la tendencia, en 2030 habrá una tremenda destrucción de la biodiversidad y una proliferación de bacterias y virus como jamás se ha visto. Las emisiones tendrían que bajar a la mitad. El modelo capitalista de producción sigue manteniendo sin embargo la ilusión de que los recursos de la tierra son ilimitados y permiten creer en un desarrollo ilimitado. Si intentamos construir el tercer milenio sobre esta base, vamos a fracasar”.
Por su parte el carmelita argentino p. Eduardo Agosta Scarel, que participó de la Conferencia por parte del dicasterio vaticano de Desarrollo Humano declaró: “El cambio climático ya no es una teoría alejada de los científicos o una moda del momento, sino que es palpable. Los gobiernos venían postergando sus decisiones mientras que ahora parece que hay voluntad política ya que la realidad se impone. La expectativa está ahora puesta en el año 2030 para lograr para esa fecha una fuerte reducción del dióxido de carbono y la implementación de energías alternativas no contaminantes. Como científico a veces pierdo la esperanza porque los datos son crudos. Pero sigo apostando a una transformación de la cultura del consumo, del descarte y de la abundancia para superar esta crisis y preservar los dones de Dios”.
Los datos son, por ejemplo, que el mes de julio pasado ha sido el más caluroso en 142 años y el año próximo se presenta como uno de los diez años más calurosos de la historia. Se da en todo el mundo el deshielo de los glaciares y es alarmante en el Himalaya y en los Andes donde cientos de millones de personas dependen de los glaciares para su subsistencia. Los glaciares alpinos, que ya se han reducido más del 60%, podrían desaparecer de aquí a finales de siglo.
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