El papa Francisco no pierde oportunidad para actualizar y proponer la Doctrina Social de la Iglesia. Más allá de la opción por los pobres, propone que estos sean sujetos y protagonistas a nivel social y político con su participación activa, de la vida pública. El 16 de octubre tuvo lugar el cuarto encuentro mundial, en forma virtual, de los Movimientos Populares y el Papa envió su video mensaje.
Para él, estos movimientos son “un ejército invisible que combate en las trincheras más peligrosas”. Como ya había anticipado el 12 de abril del año pasado, volvió a proponer un salario universal de base para los trabajadores que no tienen un salario estable ni beneficios sociales, para que ningún trabajador quede sin los derechos más elementales.
Lo del salario mínimo universal “es un derecho de cada persona solo por ser persona y poder vivir”, ya había enseñado Juan Pablo II en “Laborem Exercens”.
Francisco también pidió una reducción de la jornada laboral. “Habría que trabajar menos para que más gente pueda acceder al mercado del trabajo; hoy se da exceso de trabajo para algunos y falta de trabajo para muchos. En el siglo 19 los trabajadores trabajaban doce, catorce, dieciséis horas y cuando los trabajadores conquistaron la jornada de ocho horas, no colapsó la economía como algunos preveían. También el trabajo es un bien básico que ha de repartirse para que sea accesible a todos”.
El Papa cuestionó a los católicos que dicen que solo es necesaria una conversión personal para que se den los cambios en la sociedad o que los cambios propuestos son utópicos e inalcanzables. Francisco recuerda que hay “estructuras de pecado” que influyen sobre las personas y a las que hay que modificar o cambiar.
A los escépticos: “Cuantas más personas sueñen junto y se comprometan en estos cambios, más podrán hacerse realidad los cambios”. Además del salario universal y la reducción de la jornada laboral, Francisco hizo nueve pedidos “en nombre de Dios” a quienes tienen el poder de decisión. Pidió la condonación de la deuda a los países pobres “tantas veces contraída contra los intereses de los pueblos”, la eliminación de las patentes farmacéuticas, el fin de las sanciones económicas unilaterales y bloqueos que solo afectan a los pobres. No faltó el llamado a los países poderosos en referencia a lo que pasó en Irak y Afganistán: “se ha visto como terminan las intervenciones, invasiones y ocupaciones unilaterales, aun estando revestidas de nobles intenciones”.
En el Día Mundial de la Alimentación el Papa recordó que en el mundo hay tres mil millones de personas que pasan hambre y dos mil millones que padecen sobrepeso. Nunca hubo tantos alimentos en el mundo, como también nunca hubo tanta hambre en el mundo, sobre todo después de la pandemia. “Es necesario superar la fría lógica del mercado centrada en el mero beneficio económico y en la reducción de los alimentos a pura mercancía. Es necesario cambiar nuestro estilo de vida y las prácticas cotidianas de consumo para que cada uno de nosotros pueda aportar a la noble causa de la guerra contra el hambre”.
Hablando a la Fundación Centesimus Annus: “Construir un mundo más solidario, justo y equitativo no es algo desligado de la doctrina católica, sino que es dar contenido a la fe; es cambiar al mundo como Dios lo quiere. Retomemos la Doctrina Social de la Iglesia, ¡hagámosla conocer!”.
En un videomensaje a IDEA (instituto para el desarrollo empresarial argentino): “Algunos me han hecho decir lo no dije: que propongo una vida sin esfuerzo, que desprecio la cultura del trabajo.. Piensen si se puede decir esto de un descendiente de piamonteses que no han ido a la Argentina para ser mantenidos, sino con una enorme voluntad de arremangarse para construir un futuro mejor para sus familias. No ponían la plata en los bancos, la ponían en ladrillos y tierra; primero la casa, pensando en la familia. Lo que da dignidad es el trabajo. Varias veces me he referido a la noble vocación del empresario que busca con creatividad producir riqueza y diversificar la producción, haciendo que al mismo tiempo genere puestos de trabajo. El trabajo es el camino de la maduración y realización humana. No se puede vivir de subsidios”.