
Después de cuatro años y 8 meses, fue liberada el 9 de octubre pasado la misionera colombiana Gloria Cecilia Narvaez de 59 años, que había sido secuestrada por Al-Qaeda en Malí, un país de África Occidental el 7 de febrero de 2017, a 400 km al norte de Bamako capital del país. Trabajaba desde hace seis años en la parroquia de Karangasso, junto a otras tres hermanas.
Según la superiora de su Congregación Carmen Isabel Valencia, hombres armados se disponían a raptar a sus dos compañeras más jóvenes, pero Narvaez se entregó a los secuestradores en su lugar diciendo: “yo soy la superiora, llévenme a mí”.
Por su parte una trabajadora social canadiense, Edith Blais, que también había sido secuestrada y logró escapar, contó que había sido compañera de ella en el cautiverio por cinco meses. Dijo de ella: “Es una gran mujer, profundamente abnegada. Compartió conmigo todo lo que tenía. Ella me ayudó mucho durante mi encierro en el desierto. Ha dedicado su vida ayudando a los demás, yendo a países pobres y peligrosos como Benin para apoyar a las mujeres y cuidar la salud de los niños pequeños que probablemente no habrían sobrevivido sin ella. Fue secuestrada mientras estaba trabajando en un orfanato. Temiendo que los agresores les hicieran daño a sus compañeras, les rogó que la eligieran a ella, por ser la mayor de las cuatro. La escucharon y escaparon al desierto llevándola con ellos en sus motos”.
Por mucho tiempo no se supo más nada de ella. Pasó el cautiverio en el desierto del Sahel, entre Burkina Faso y Benin con otros rehenes, vigilados de manera permanente y totalmente aislados. Ella ahora cuenta haber sido tratada bien en cuanto a alimentación y medicamentos. Para su liberación participaron el Vaticano, la Comunidad san Egidio, la Iglesia Católica de Malí y Colombia, los gobiernos de Malí, Colombia e Italia. No se sabe aún si se ha pagado una suma para el rescate.
Sobre el drama que vivió, ella solo dijo: “Me aferré a Dios”. El Papa que había hecho varios llamamientos en su favor, la recibió cariñosamente en la basílica de san Pedro el 10 de octubre. En ocasión de la apertura del Sínodo, ella quiso estar presente como una feligresa más, con su hábito de Franciscana de María Inmaculada y acompañada por sus hermanas.
Gloria Cecilia estuvo casi 20 años viviendo en África, todos ellos dedicados a la atención y apoyo de niños y enfermos en situación de vulnerabilidad. Ya había estado misionando en Ecuador y México y varias veces la familia la presionó para que dejara África. Su madre murió 13 meses antes de que la liberaran, esperándola.
Gloria Cecilia vivió el mismo martirio del misionero italiano p.Pierluigi Maccalli secuestrado en Níger en 2018 y liberado el año pasado. Él cuenta como había hecho un rosario con tela y rezaba mañana y tarde todos los días confiándose en María la Virgen que desata todos los nudos. “No tenía nada más que la oración; nada es imposible para los que rezan. Nosotros los misioneros somos presa fácil de la violencia porque no estamos armados; nos unimos a todas las víctimas inocentes de la violencia y de la guerra en pos de la hermandad universal”.
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