
Se habla de un posible cisma o ruptura entre la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla (antes Bizancio y ahora Estambul) y la Iglesia Ortodoxa rusa. El Concilio Panortodoxo, convocado por el patriarca Bartolomé de Constantinopla en la isla de Creta en junio de 2016 estaba llamado a marcar un hito en el camino de unidad de todas las iglesias ortodoxas. No se celebraba un encuentro de esta naturaleza desde hace un milenio. El Concilio fracasó porque fue boicoteado por el patriarca Kirill de Moscú y otras tres Iglesias (de Bulgaria, Georgia, Antioquía) sobre 14 iglesias ortodoxas.
Kirill pidió un aplazamiento a último momento, pero Bartolomé se lo negó porque ya estaba todo organizado por la mayoría de las iglesias. Si bien el patriarca Bartolomé ostenta el título de “primus inter pares” (=primero entre iguales), en realidad es Kirill quien posee más peso y poder, por tener bajo su autoridad la mayor parte de los 300 millones de ortodoxos que hay en el mundo.
El primero ejerce el liderazgo sobre todo en el área helénica y el segundo en el área eslava; y las fricciones son constantes desde hace siglos. Constantinopla (con este nombre histórico de la ciudad de Estambul en Turquía, se lo llama al patriarcado de Bartolomé que allí reside) ya había cedido frente a Kirill que se oponía a celebrar el Concilio en Estambul.
Recientemente, a raíz de la autocefalia que Bartolomé concedió a la iglesia ortodoxa ucraniana y de su viaje a Kiev, el desencuentro se agravó y los ortodoxos rusos prohibieron comulgar en celebraciones del otro bando. A pesar de que no existen diferencias dogmáticas, la Iglesia rusa al interrumpir la comunión eucarística con sus hermanos, ya habla de cisma y ahora se espera una excomunión por parte del concilio de obispos de la iglesia rusa.
Las iglesias ortodoxas son independientes y no tienen un pastor universal visible como los católicos que garantice la unidad. Por su parte Bartolomé, en ocasión de la crisis ucraniana, ha criticado el nacionalismo ruso y la intromisión de la política: “no es posible que la fe ortodoxa sea fuente de nacionalismo. La entrada del nacionalismo en la Iglesia provoca un alejamiento de su catolicidad. Es inconcebible que la nación sea declarada factor decisivo en la vida eclesiástica y la Iglesia sea juzgada por su colaboración con el estado”.
Bartolomé, que promueve el ecumenismo y se solidariza con Francisco, espera celebrar en 2025 un gran encuentro de las iglesias Cristianas en ocasión del aniversario 1.700 del primer Concilio Ecuménico del año 325 en Nicea (Turquía).
Por su parte Kirill volverá a encontrarse otra vez como en 2016 con el papa Francisco, sin que se haya revelado aún el lugar y la fecha. Estos desencuentros entre los ortodoxos tienen una fuerte y negativa repercusión en el diálogo ecuménico y debilitan el testimonio cristiano en el mundo.
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