CHILE: ARAUCANIA ARDE

presidente chileno hablando con las manos abiertas, detras un batallon de soldados y equipo belico.
El Presidente chileno explicando su búsqueda de la paz… rodeado de soldados armados.

Los “mapuches”, llamados “araucanos” por los españoles, son el pueblo indígena más numeroso del cono sur; viven en las zonas centro y sur de Chile y parte de Argentina. En Chile 1.745.147 personas se declaran pertenecientes al pueblo mapuche. Hoy los mapuches tan solo controlan un 5% de su territorio tradicional. El 20% del total de la población mapuche a nivel nacional vive en la actual región de Araucania cuya capital es Temuco.

Allí se han dado en los últimos tiempos conflictos violentos. El obispo de Temuco, Héctor Vargas, reconoce que “el grave conflicto que hay en Araucania es un problema enquistado en el país que necesita encontrar caminos de solución. Hay que partir de la necesaria valorización de la diversidad cultural de los pueblos originarios, respetando sus derechos humanos económicos, políticos y culturales. Es hora de sincerarnos; somos una sociedad multicultural. El estado chileno a la luz del actual marco jurídico internacional no ha sido capaz de asumir plenamente y con franqueza las diversas deudas históricas para con los pueblos originarios. El actual proceso constituyente que se ha iniciado en el país es una gran oportunidad para iniciar un diálogo político que ayude a construir un marco jurídico institucional que satisfaga los intereses de todas las partes”.

Ante el mal llamado “problema mapuche” el obispo critica “al estado centralista que ha mantenido relaciones homogeneizantes. Lo más grave hoy es la paralización , la omisión y seguir defendiéndose unos de otros como colectivos cerrados y paralelos. Nuestra sociedad no es monocolor como el estado la creó en el siglo 19, la que no corresponde a su verdadera identidad. La solución está en la escucha y el diálogo entre los que vivimos hoy aquí, sin exclusiones y sin seguir prometiendo cosas que no se cumplen”.

El presidente Sebastián Piñera promulgó el estado de excepción el 12 de octubre pasado y en ese mismo día fueron incendiados dos templos, uno católico y otro evangélico. El arzobispo de Concepción, Fernando Chomali, lamentó los actos de violencia que “además de inconducentes, no aportan nada a la solución de los problemas” y volvió a hacer un llamado al diálogo político para que las autoridades atiendan “adecuadamente a la población de Araucania que por muchos años ha sido rezagada y no ha visto en la práctica un real intereses de la sociedad chilena por su situación de pobreza, marginación y desamparo”.
Los ataques incendiarios a iglesias (percibidas como signos de la colonización española) han sido recurrentes en los últimos años, con más de 50 templos devastados o incendiados por parte de grupos radicalizados. Según el historiador Diego Ancalao “el pueblo mapuche ha sido excluido, criminalizado, demonizado durante siglos. Los reclamos actuales son para que se les devuelvan las tierras , la autonomía y sus derechos; pero estos son conculcados por los intereses económicos instalados en el mismo territorio mapuche. Estos intereses se adueñaron de tres millones de hectáreas de explotaciones forestales. Los gobiernos han protegido las inversiones del empresariado agrícola y el latifundio”.