
Después del llamado a favor del planeta del papa Francisco, del patriarca Bartolomé y del arzobispo Justin Welby, a los líderes cristianos, se han unido los líderes de las demás religiones en un encuentro en el Vaticano en vista de la Conferencia n.26 de la ONU sobre cambio climático (COP 26) de comienzos de noviembre.
El encuentro sobre “Fe y Ciencia” del 4 de octubre contó con 33 líderes religiosos y siete científicos. Estuvieron presentes y firmaron el documento final también la directora general de la Unesco Audrey Azoulay y el metropolita ruso Hilarión. Hubo la ausencia llamativa del Dalai Lama. Al respecto dijo el arzobispo Gallegher: “El Dalai Lama sabe que es muy respetado y apreciado por nosotros, pero sabe también que nuestros encuentros con China comunista son complicados y difíciles y por eso evita crear dificultades con su presencia”.
En el Manifiesto firmado por todos se dice: “La tierra nos precede y nos ha sido dada. No somos dueños del planeta y sus recursos, sino custodios del mismo con la responsabilidad moral de cuidarlo para las generaciones futuras. Las advertencias de la comunidad científica son cada vez más crudas y claras, al igual que la necesidad de que se tomen medidas concretas. Los científicos dicen que el tiempo se acaba y solo faltan diez años para revertir la situación. Las temperaturas globales ya han aumentado hasta el punto que el planeta es más cálido que en cualquier otro momento de los últimos 200 mil años. Según la ONU en el año 2050 se calcula que cinco mil millones de personas no tendrán acceso al agua. Solo el 0,5% del agua en el planeta es utilizable como agua dulce. La crisis climática nos afecta a todos, pero no a todos por igual; afecta más a los más pobres, que son los menos responsables. Ha llegado el momento de emprender una acción urgente, radical y responsable. Asistimos a una crisis ecológica sin precedentes junto a una crisis de valores a las que hay que enfrentar con más acción, y elevando los niveles de educación. Hemos recibido de Dios un jardín; no debemos dejar un desierto a nuestros hijos”.
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