
El Papa dispuso un cambio en la gestión de la asociación católica “Memores Domini” que agrupa a 1.600 laicos consagrados presentes en 32 países, a fin de “salvaguardar su carisma y preservar la unidad de los miembros”. Nombró un interventor y dispuso la remoción del actual gobierno general. La asociación es una rama del más amplio movimiento de Comunión y Liberación.
El interventor, como delegado especial del Papa, es el arzobispo Filippo Santoro, arzobispo de Taranto (Italia). El Papa sin embargo reconoce en el carisma de esa asociación “la manifestación de la gracia de Dios”. El arzobispo asumirá temporalmente y con plenos poderes el gobierno de la asociación. Memores Domini lleva un nombre en latín (=memoriosos de Dios) como tantos otros grupos tradicionalistas que han surgido en las décadas pasadas. Es un grupo de laicos consagrados con los tres votos religiosos; practican la vida en común y tienen casas masculinas y femeninas.
Antes de la intervención hubo una investigación canónica encomendada al jesuita Gianfranco Ghirlanda, quien ya trabajó en la investigación de Legionarios de Cristo y Sodalicio de Vida Cristiana. Desde junio del año pasado se ha desarrollado la investigación por evidentes problemas de gobierno y para revisar los reglamentos. También en este caso se trataría de hacer una clara separación entre el ámbito del gobierno y el ámbito de la consciencia de cada miembro. Hay problemas desde el punto de vista de la democracia interna y la libertad de los miembros de la asociación.
Esta hace parte de Comunión y Liberación, uno de los más grandes movimientos eclesiales (con 300 mil miembros presentes en 70 países) fundado por el sacerdote fallecido Luigi Giussani y dirigido hoy por el sacerdote Julián Carrón.
El papa Francisco decidió intervenir algunos movimientos laicales de Iglesia que se han desarrollado sin control bajo el pontificado de Juan Pablo II, sobre todo para evitar abusos de poder. El objetivo es reorganizar su vida interna para que funcionen según las normas estatutarias y de acuerdo con la pastoral de la Iglesia.
Francisco reconoce estas asociaciones de fieles prevalentemente laicos (Focolares, Comunidad san Egidio, Cursillos de Cristiandad, Renovación Carismática etc.) como “un claro signo de la vitalidad de la Iglesia; representan una fuerza misionera y una presencia profética que hace esperar en el futuro” siempre que se alejen del peligro de la auto referencialidad y la pretensión de identificarse como “la Iglesia”.
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