El 12 de septiembre pasado fue beatificado en Varsovia, junto a la religiosa madre Czacka, el fallecido (+1981) cardenal Stefan Wyszynski en una solemne ceremonia a la que asistieron un centenar de curas, el gobierno completo y miles de personas.
El cardenal es considerado en Polonia un héroe nacional por haberse resistido con valor a la dominación comunista. Es recordado también como “el cardenal del milenio” por haber organizado un Novenario de Años, de 1957 al año 1966, para el aniversario de los mil años del Cristianismo en Polonia. También organizó una histórica peregrinación de la Virgen negra de Jasna Gora en todo el país con un éxito imponente bajo el régimen comunista.
De 1953 a 1956 fue encarcelado y torturado por su intransigencia frente al comunismo, pero logró para la Iglesia un alto nivel de credibilidad y aceptación.
Lamentablemente hoy la Iglesia en Polonia pierde consensos y muchos católicos, sobre todo jóvenes, se alejan. Un sondeo de IBRIS reveló que solo el 9% de los jóvenes conserva una visión positiva de la Iglesia Católica contra un 47% que es negativa y un 44% neutral. A nivel general un 35% está a favor de la Iglesia, un 32% en contra y un 31% neutral. Según los investigadores las causas son el secularismo y un catolicismo muchas veces reducido a puro elemento identitario, cultural y tradicional; pero sobre todo se deben a los numerosos casos de abusos sexuales y encubrimientos. Diez obispos fueron destituidos de sus cargos y sancionados por el Vaticano por encubrimiento de abusos sexuales a menores.
Por eso se ha reunido del 19 al 22 de septiembre en Varsovia la Conferencia Internacional para la Protección del Menor, organizada por el Vaticano y con la participación de veinte países del centro y este de Europa. En esta ocasión por videomensaje el Papa pidió “que la Iglesia reconozca sus errores y busque siempre el perdón de las víctimas para erradicar estos abusos y para que sea nuevamente considerada con confianza como lugar de acogida para todos”.
A la Iglesia polaca se le critica además su cercanía al poder, encarnado hoy en el presidente católico ultraconservador y nacionalista Andrzej Duda. Este, en vez de construir puentes, construye muros y alambradas “para defender al occidente cristiano de la invasión musulmana”.
La Iglesia por su parte insiste con rigidez en los principios “no negociables” en favor de la vida y de la familia sin oponerse mayormente a la política autoritaria, neoliberal, antiinmigratoria y antigay del gobierno.
En el caso de Polonia todavía la Iglesia no ha podido desactivar su vínculo con el estado, separar la identidad nacional de la religión católica. El parlamento polaco decretó este año civil como el Año de Stefan Wyszynski “por su defensa de la patria y de Dios”. El nuevo beato ha dejado una difícil herencia a una iglesia, en su mayoría conservadora y que no ha superado aún el esquema de cristiandad.
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