
El español Ignacio Gonzalez Faus, jesuita de 87 años, es uno de los mayores filósofos y teólogos de la actualidad. En esta larga entrevista a Anibal Paz, se explaya sobre temas de actualidad.
Afirma González Faus, entre otras cosas: “Vivimos hoy un cambio de época porque la sociedad ha pasado a ser de una sociedad más religiosa a una sociedad más secular, más laica y la Iglesia ha entrado en una crisis seria en lo que antes se llamaba el “Occidente cristiano”. Esto no es para perturbarse porque, como otras muchas crisis, puede servir para pasar de la cantidad a la calidad. Cuando yo era niño en España todo el mundo era católico. Era una religión impuesta por el ambiente y las costumbres que a algunos los pudo ayudar pero a muchos les rebató.
Ahora, aún con los pecados que afloran del seno de la Iglesia y publicitados por todos los medios, hay jóvenes católicos que son mucho más cristianos de lo que era yo cuando tenía su edad; y esto a pesar de que yo era jesuita consagrado a Dios y ellos tienen novia o están casados. Creo que el Espíritu nos puede estar llevando de un Cristianismo de cantidad a uno de calidad. Además la crisis es típica del occidente; en oriente el Cristianismo no está en crisis. Si en España tenemos siete vocaciones para jesuitas, ya estamos contentos; pero el año pasado admitimos a 47 jóvenes en un país comunista como Vietnam y los solicitantes pasaban de cien.
Al Cristianismo de África y Asia quizás les falte la sensibilidad por los derechos humanos y la dimensión social del Evangelio, pero entre nosotros los templos están vacíos; y en parte por culpa nuestra. En España hasta hace unos años la predicación de los curas era espantosa. Me ha tocado ir a varias iglesias y al salir de misa me decía a mi mismo: “¡Qué paciencia tienen estos cristianos para aguantar estas homilías!”.
Los templos están vacíos también porque el cristianismo de occidente ha creado una sociedad opulenta, de consumo, para la cual la meta para la vida es consumir. Llega un momento en que el consumo ya no satisface porque deja el alma vacía. La sociedad de consumo no ofrece ninguna meta; y muchos la buscan en radicalismos extremos.
El papa Francisco trajo la opción por los pobres de la Iglesia Latinoamericana. Como decía Jesús, las cosas del Reino las ven los pobres y los sencillos, pero no las ven los ricos. Al mismo tiempo Dios quiere que no haya pobres indigentes y esta es una gran verdad. Pero que en el día de mañana no haya miseria y hambre depende de nosotros; Dios actuará a través de nosotros. No basta tener una gran caridad, la que ha sido siempre la caridad de la enfermera; hoy hace falta la caridad del médico para terminar con la enfermedad y no solo aliviarla. Hace falta un cambio de estructuras en la sociedad y esto tiene que ver en gran parte con la oposición silenciosa que está teniendo Francisco por su predicación.
Francisco quiere también una Iglesia sinodal. Se ha dicho que la Iglesia no es una democracia. Pero es mucho más que una democracia; es comunión fraterna (en griego “koinonía”). El Nuevo Testamento le pide a la Iglesia estar y vivir en fraternidad y, si eso es comunión, el trabajar en común es sinodalidad. Hay que estar juntos y obrar juntos.
Después del Concilio se insistió sobre todo en la idea de la Iglesia como comunión, pero no tanto en el caminar y obrar juntos (entre clero y laicado). Caminar juntos significa no dejar atrás a nadie y escuchar a todos. No es simplemente oír, porque puedo estar distraído mientras oigo a una persona. Significa escuchar al otro con el corazón, sin prejuicios, sin etiquetar a nadie de antemano, inclusive a los que son los más distantes de nosotros, aún en todo aquello que parece condenable.
Probablemente dentro de poco en la Iglesia haga falta algún complemento conciliar al Vaticano II con un Sínodo más amplio, preparado por todos: laicos, teólogos, clero y comunidades cristianas”.
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