
El sacerdote francés Bruno-Marie Duffé es secretario del Dicasterio Vaticano para el Desarrollo Humano Integral y viajó a Colombia como parte de una misión de observación internacional, presenciando la represión del gobierno contra la masiva ola de protestas populares que se vienen dando desde abril pasado.
El enviado visitó varias zonas del país, se reunió con organizaciones sociales, estuvo en la calle al lado de los que protestaban, acompañando y escuchando. Dejó un testimonio escrito, fechado el 4 de agosto y publicado por el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) de los jesuitas en Colombia.
Escribe Duffé: “Lo que viven desde hace meses muchos colombianos particularmente jóvenes, trabajadores sin empleo, mujeres, indígenas, inmigrantes en su propio país se puede presentar como una insurrección social y política por demasiadas desigualdades sociales y económicas, demasiada corrupción y violencia contra los más pobres, demasiado desprecio para con los jóvenes, los trabajadores y las trabajadoras, los representantes de la sociedad civil. Sus reclamos son justos. La represión del estado ha sido violenta, brutal y desmesurada con acciones extremas como amenazas de muerte, detenciones ilegales, torturas, mutilaciones, agresiones sexuales, asesinato de adolescentes. No se repara en los derechos humanos; cada manifestación popular es interpretada como una conspiración que debe ser aplastada. Hacer la guerra contra el pueblo es un error criminal. Hay una ruptura con los jóvenes que encarnan una generación y un futuro que el poder no quiere ver y que es amplificada por la represión brutal y ciega de la fuerza pública con la impunidad de los actores de crímenes. Al mismo tiempo hay una ausencia total de mediación, lo cual es grave porque la consecuencia podría ser el afirmarse de un gobierno autoritario y mayor violencia. Esto lleva a pensar en un futuro muy doloroso para Colombia. El asesinato de jóvenes es un crimen contra la humanidad, porque es acallar el futuro de la humanidad. Hace falta en Colombia un Pacto por la Vida y una mediación social; para esto último la Iglesia Católica puede desarrollar un rol fundamental”.
El padre Duffé recordó también el testimonio de un joven estudiante que le dijo: “No puedo volver a ver claramente, pero seguiré luchando para una vida mejor para todos”; el joven había perdido un ojo cuando una granada fue lanzada contra él.
Por su parte los obispos latinoamericanos del Celam condenaron la violenta represión del gobierno de Iván Duque contra las movilizaciones populares.
Con respecto a los Acuerdos de Paz también rechazados por este gobierno, el jesuita Francisco de Roux, presidente de la Comisión por la Verdad, se declaró de acuerdo, después de haber hablado con Álvaro Uribe, con su idea de una amnistía general. En sus esfuerzos para lograr la paz en el país y frente a los insultos y calumnias que recibe, declaró: “Sé lo que dicen de mí. Seguramente estas personas son víctimas de la guerra o tienen víctimas en su familia. Quisiera llegar a ellos y, si ellos quisieran hablar, iría inmediatamente a buscarlos para escucharlos”.
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