La “Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición” fue instituida en Colombia después de una muy prolongada guerra interna, en el marco del acuerdo final entre el gobierno y las Farc en 2017. Debía buscar esclarecer los hechos y las causas del conflicto con total independencia del gobierno y sin funciones judiciales; tenía que escuchar y garantizar el derecho a la verdad de las víctimas, impulsar la reconciliación y sugerir iniciativas para la no repetición del conflicto armado.
Este conflicto fue extremadamente cruel; desde 1990, tan solo por las minas antipersonales, murieron 12 mil personas. La comisión ha tenido sede en 20 ciudades y 11 municipios. Está formada por 11 miembros, presidida por el sacerdote jesuita p. Francisco de Roux . Empezó a funcionar el 28 de noviembre de 2018 con un mandato de tres años. A fines de este año terminaría su cometido con un Informe final; sin embargo ha pedido a la Corte siete meses más de plazo, debido al ingente trabajo y a los atrasos por la pandemia.
El 3 de agosto pasado en forma virtual el ex jefe guerrillero de las Farc Rodrigo Londoño (alias Timochenko) y el ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso, se reunieron con el p.Francisco de Roux y algunas víctimas en la sede de la Comisión en Bogotá. El primero es ahora jefe del partido político “Comunes” y el segundo está preso en una cárcel de Estados Unidos.
Londoño dijo desde su casa en la videoconferencia: “Estoy dispuesto a aceptar la responsabilidad de haber sido uno de los artífices de esta guerra y de crímenes que iban en contra de las ideas que nos inculcaron para entrar en esta lucha. No estoy aquí como un pecador arrepentido, sino como un revolucionario que viene a responsabilizarse de las consecuencias que generó esta vorágine de violencia. Asumo la responsabilidad de haber cometido crímenes que han provocado heridas profundas en la sociedad. Sin embargo ahora puedo trabajar para curarlas”.
Por su parte desde una cárcel de Georgia, condenado por narcotráfico, dijo el líder de Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) Salvatore Mancuso: “Entré en esta guerra como civil para combatir, según se decía en ese momento, al enemigo de la nación colombiana y fortalecer las instituciones y la democracia. Acepto mi responsabilidad en el conflicto; no busco justificaciones ni apologías. Solo cuento lo que ocurrió cuando éramos actores de la guerra contra la subversión”.
Los dos principales señores de la guerra civil colombiana pidieron perdón a la población. El padre de Roux, que es muy apreciado por todos los sectores, consideró que Londoño y Mancuso se están jugando por la paz aunque tengan muchos enemigos. Lamentó que “después de los Acuerdos de Paz, aún con la pandemia, se siga matando y se asesinen a jóvenes ex guerrilleros que han depuesto las armas (190 hasta ahora) o personas falsamente acusadas de hacer parte de la guerrilla, indígenas y líderes campesinos (500 hasta ahora), lo que configura una realidad extremadamente dolorosa ya que no se ha aprendido nada de lo que hemos vivido”.
Volvió a invitar a todos a colaborar con la Comisión porque “la verdad duele, pero el silencio mata” (Desmond Tutu).
Ha efectivamente recrudecido la violencia en los lugares que ocupaban antes las Farc. Según datos no oficiales es asesinada una persona cada 47 horas en Colombia, un ex guerrillero cada seis días y hay una masacre cada cuatro días.
El padre de Roux se encontrará próximamente con el ex presidente Álvaro Uribe, alma y fundador del partido ahora en el gobierno , el Centro Democrático, con Iván Duque como presidente. Para Uribe, hombre de extrema derecha, nunca ha existido una guerra civil; los ex guerrilleros eran para él tan solo terroristas y narcotraficantes y siempre se ha opuesto a los Acuerdos de Paz.
El propósito del actual gobierno parece ser acabar con los Acuerdos de Paz y desligar su responsabilidad de los asesinatos de indígenas, campesinos, afrodescendientes…, echándole la culpa a los Acuerdos y al castro-chavismo.
En Colombia las grandes protestas sociales que ha habido, muestran el fracaso de una clase política que ha beneficiado a unos pocos y ha reducido a la mayoría a la pobreza (42,5%), con un país polarizado.
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