
El 2 de agosto se ha conmemorado en Europa el aniversario n.77 del “Holocausto Gitano” que recuerda cuando del 2 al 3 de agosto de 1944 en una sola noche, por orden de Hitler, fueron masacrados tres mil gitanos, o rom (con mujeres, niños y ancianos) en Auschwitz-Birkenau. En total, medio millón de gitanos terminaron en las cámaras de gas durante el nazismo, el 80% de los gitanos de Europa.
En 1940, 250 niños gitanos checoslovacos habían sido asesinados probando el gas zyklon B, el agente químico de las cámaras de gas. Los experimentos con los gitanos siguieron en los campos de exterminio sobre todo por obra del médico Josef Mengele, que después de la guerra huyó a Argentina y allí vivió por una década.
Hoy el término “gitano” ha llegado a ser despreciativo. Su verdadero nombre es “romaní ” o “rom” en su idioma de origen. Se los llamaba “gitanos” porque en el pasado se creía que provenían de Egipto (=egiptanos). En realidad provienen del noroeste de la India y son una etnia nómada que tiene diversas ramificaciones aunque los une la cultura y la historia.
A diferencia del genocidio armenio y judío, este ha sido olvidado aún en muchos libros de historia. Recién este año el parlamento europeo conmemoró por primera vez el “genocidio” romaní. Hacia los rom (16 millones en el mundo) sigue habiendo prejuicios y miedo, como se da hoy con los migrantes, porque por siglos han sido acusados de ateos, vagabundos, delincuentes y ladrones: lo que ha llevado a la violencia racial. Tienen dificultad para conseguir empleo, educación y salud.
La Comunidad de San Egidio, que desde hace años acompaña a los rom, escribe que “la de los rom es una historia de desprecio y persecución de la minoría más numerosa de Europa. No se ha llegado aún a una plena integración escolar, sanitaria, y de vivienda con un pueblo compuesto sobre todo de jóvenes y menores de edad que sigue todavía padeciendo discriminación y humillación. Sin embargo las minorías étnicas gozan de los derechos humanos fundamentales y las libertades básicas igual que todos, con derecho a mantener y disfrutar de su cultura, religión e idioma”.
El beato Clemens von Galen, que fue obispo de Munster (Alemania) durante el nazismo y el más fuerte opositor de Hitler, denunció públicamente la eutanasia aplicada contra gitanos y discapacitados. Hitler no pudo con él y suspendió la matanza (más de 70 mil personas antes de 1942); von Galen fue el primer cardenal nombrado por Pio XII que lo apoyaba, después de la guerra. El papa Francisco, como ya lo hizo en Rumania, en su viaje a Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre otra vez se encontrará con los rom que son unos 400 mil en aquel país.
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