
Queridos Amigos, en el barrio Punta de Rieles de Montevideo, en el predio que antiguamente fuera residencia de una comunidad religiosa, desde hace un año se encuentra «La Fazenda de la Esperanza». Es una muy valiosa experiencia cristiana, de índole comunitaria, que trabaja en el difícil acompañamiento a jóvenes que buscan salir de la adicción a las drogas, una de las afecciones que más sufrimientos y daños colaterales causa al que la padece y a su entorno. Allí fuimos a visitarlos, nos recibió el encargado de la casa Afonso Boueres, brasileño de 38 años, consagrado y psicólogo de profesión. Desde hace 17 años vive en la Fazenda, de los cuales 4 en Cerro Chato y un año acá en Montevideo. También conversamos con dos jóvenes en proceso de recuperación, Federico y Juan Carlos:
Afonso, cuéntanos qué es «la Fazenda de la Esperanza» y cómo nació
Nace en Brasil hace 38 años, fruto de la experiencia de los fundadores, desde la Palabra «me hice débil con los débiles» (1Cor, 9:22) primeramente eran voluntarios, comenzaron a acercarse a los jóvenes que se drogaban en una esquina, uno de ellos pidió ayuda y desde allí comenzó todo. Está la Fazenda como estructura de trabajo, la casa que recibe y está «la Familia de la Esperanza», somos una familia espiritual que la Iglesia reconoció como un nuevo carisma, un llamado a llevar esperanza a toda persona que sufre, personas con problemas de adicción a las drogas, al alcohol, al sexo, a los juegos electrónicos, personas con depresión, en fin, allí queremos estar.
También hay otras obras, como en Brasil que tenemos casas para personas en fase terminal por HIV, para personas en situación de calle, niños sin familia, personas con problemas mentales, pero la obra más expresiva es la Fazenda para recibir a jóvenes con problemas de adicciones. Somos personas consagradas a Dios, hacemos un 4to voto «de la Esperanza», también hay muchos matrimonios que viven dentro de la Fazenda como responsables, y tenemos muchos sacerdotes.
La Fazenda está abierta en un relacionamiento con toda la Iglesia, en algunas Fazendas trabajan con nosotros personas pertenecientes a más de 40 carismas distintos, así nosotros también crecemos como carisma en ese contacto con los otros.
En el mundo existen 160 Fazendas, en 25 países de todos los continentes. En Uruguay tenemos 3 presencias: una en Cerro Chato (Treinta y Tres) otra para mujeres en Melo, y esta de Montevideo llamada «Monte Carmelo» para varones, ¡pronta para cumplir en agosto, su primer año!
Concretamente, ¿cuál es el trabajo que realizan acompañando al joven que busca salir de su adicción?
Tenemos un método propio de trabajo «en trípode», cuyas patas son:
el TRABAJO, muchos chicos no tienen hábitos de trabajo, y el trabajo genera valores como la responsabilidad, el compromiso, la ocupación del tiempo, la autonomía, se aprende mucho por medio del trabajo. Cada chico tiene que encontrar el sentido de la vida. Trabajan en el acondicionamiento de la casa, la limpieza, en el jardín, hay quien hace trabajo de carpintería, haciendo arreglos de albañilería. En la cocina, bien equipada, donde se hace también el pan. Tenemos una huerta grande, también criamos pollos y conejos.
La CONVIVENCIA, donde vamos generando una reeducación, pues hay historias de vidas con heridas, fruto por ejemplo de peleas familiares, del desamor, entonces por medio de la convivencia se va aprendiendo a respetar el espacio del otro, el perdón, la comunicación y la gentileza. Para nosotros la vida fraterna es muy importante, por eso, cuando le preguntan a los chicos que es lo que sienten en la Fazenda dicen que es como una familia, pues acá se los escucha y pueden hablar con libertad.
Y está la ESPIRITUALIDAD, que hace parte de la dimensión humana, cuando uno tiene ese contacto con la trascendencia, la persona de Jesús nos ayuda a crecer como hombres. Tenemos momentos para la Misa, la Hora Santa, el rezo del Rosario. Es también a través de la espiritualidad que vamos aprendiendo a conocernos, a conocerse a sí mismo, y en esa intimidad con la persona de Jesús, en ese proceso, muchos muchachos piden hacer la Comunión, la Confirmación.
¿Cómo van llegando los muchachos a la Fazenda, son derivados por centros de salud, por grupos sociales?
Normalmente es por la familia que pide ayuda, o que conoció a una persona que se recuperó en la Fazenda, o por medio de unos grupos de apoyo que tenemos llamados «Grupos Esperanza Viva» donde las familias son acompañadas. El muchacho escribe una carta de puño y letra, asumiendo que tiene un problema y pidiendo ayuda, nosotros respondemos indicando todos los procedimientos, pedimos los análisis de salud, y cuando todo está pronto ingresan, primero a Cerro Chato, luego vienen para Montevideo, el tratamiento es por un año. Actualmente tenemos 17 muchachos acá en Montevideo.
En este año de presencia en Punta de Rieles, ¿qué signos positivos han visto?
Primero como comunidad experimentamos un amor muy grande de Dios por nosotros, manifestado a través también de su Providencia: cuando llegamos a esta misión no teníamos ni una silla donde sentarnos, luego fueron llegando las cosas, una heladera, alimentos, cosas bien concretas. Después el proceso de cambio en los muchachos, van dando pasos, lo más grande y más lindo son los chicos que terminaron su año, llegaron, se recuperaron y hoy son un signo para la sociedad de que sí se puede, no solo se recuperan de la droga, recuperan su persona en toda su dimensión, ¡es un paso de la muerte a la Vida!
Dos jóvenes residentes en la Fazenda nos regalan sus testimonios personales:
-Yo soy Federico Vega, tengo 22 años, soy de Montevideo, hace 5 meses y medio ingresé. Llegué habiendo perdido valores, respeto, responsabilidades, todo… Vine por medio de un amigo que ya había cumplido su año y salió muy bien, el conversó conmigo y con mi familia. Yo estaba perdiendo todo, quedándome sin nada, entonces dí el paso de venir acá, y me comprometí a hacer el año, y estoy muy contento, muy alegre, muy agradecido y si logro realmente salir siendo un hombre nuevo, que es lo que realmente quiero, poder llevar esperanza donde no la hay, porque si yo realmente pude, ¡otros podrán hacerlo también!
-Yo me llamo Juan Carlos, tengo 39 años, cuando niño estuve muchos años en el INAME (hoy INAU) porque fuí abandonado por mis padres, también estuve en una clínica psiquiátrica por mi carácter. Caía y me levantaba, hasta que toqué fondo. Estaba en Durazno, a la Fazenda ingresé ayudado por un padre de la Iglesia llamado Roberto. Primeramente iba a ir a una Fazenda en Brasil, pero con las fronteras cerradas por el coronavirus, fuí a Cerro Chato, donde estuve 4 meses. Ya desde un principio me abrazó un clima distinto, ¡la vida que hay! Empecé mi caminata: yo quería recuperarme de la droga, pero comenecé a darme cuenta que tenía que curarme de muchas cosas que tapaba con la droga, que no salen a la luz. Ya tengo 10 meses, me costó mucho enfocarme, pero sentí a Jesús ayudándome… y acá estoy, buscando qué es lo que Dios quiere de mí, a través de la meditación y de todo lo que aca te ofrecen, aprendiendo a vivir el día a día. No me hago grandes proyectos, sino que de a poco voy viendo, ya tengo algo ahí, ¡pero sigo buscando..!
Afonso, en ti agradecemos y damos gracias a Dios por todas las personas que entregan sus vidas para acompañar a tantos jóvenes en procesos de liberación y vida… gracias Federico y Juan Carlos por el regalo de vuestros valiosos testimonios, ¡siempre adelante aferrados a la Vida! «Nuestra Señora de la Esquina» ¡vela por los jóvenes del mundo entero!
Jorge Márquez, jardinero.
Agradezco mucho al amigo monse Pablo Jourdan!
Tengo un hijo de 23 años y consume pasta base estuvo en beraca 7 meses del cual había recuperado su personalidad su familia pero decidió salir y r cayó nuevamente necesitaría ayuda nuevamente
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para comunicarse con Fazenda da esperanza en Uruguay:
094 322 565
fazendauy@gmail.com
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Soy mamá de Soriano.. de un joven de 36 años. Adicto a la marihuana y con una psicosis crónica. 18 años de consumo. Varias internaciones. La última (2años respondió bien. Al salir Por reinsercion, por 15 días) recayó y ahora en situacion de calle. En Montevideo.
Necesia ayuda. Tengo una luz de esperanza, qué retomando y afianzando su fe, lo puede lograr. Un alivio para tanto dolor. 🙏🏼
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Qué Dios los siga bendiciendo en cada paso que dan ,esto sí qué tiene valor humanitario , pisando fuerte en las huellas de Jesús .Me uno a ustedes en la oración diaria , para que todos tengan la fortaleza , que sólo la da nuestro Padre y logren una vida digna .Un abrazo fraterno para estos jóvenes y las personas que caminan junto a ellos .
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