LITURGIA: el Papa en línea con el CONCILIO

el papa revisando unos documentos. solamente se ven los papeles impresos, sus manos con el anillo y una lapicera. un gran crucifijo y parte de su cadena.
Misas en latín: limitadas por Motu Proprio

A través de un decreto y una carta a todos los obispos, el papa Francisco revocó las concesiones que sus dos predecesores habían otorgado a los católicos tradicionalistas para celebrar la misa en el rito antiguo. La misa antes del Concilio era la misa de san Pio V (1570) y del Concilio de Trento, toda rezada en latín, con el sacerdote de espaldas al pueblo, comunión en la boca y de rodillas, vestimenta litúrgica especial, las mujeres con mantilla separadas de los varones en los bancos, etc.

Según el papa Francisco la posibilidad del doble rito “tal como se ha usado, ha servido para aumentar las distancias, endurecer la diferencias, construir oposiciones que hieren a la Iglesia y obstaculizan su camino, exponiéndola al riesgo de la división. El Papa Benedicto en el 2007 había declarado infundados los temores de una división en las comunidades porque las dos formas de rito podían enriquecerse mutuamente. Pero el uso distorsionado que se ha hecho de esa posibilidad es contrario a las razones que llevaron al Papa a esa concesión. Lo había hecho por el deseo de favorecer la recomposición del cisma con el movimiento liderado por el arzobispo Lefebvre, pero el deseo de la unidad ha sido gravemente distorsionado. Hay un creciente rechazo no solo de la reforma litúrgica sino del mismo Concilio, con la afirmación infundada e insostenible de que traicionó a la Tradición y a la “verdadera Iglesia”. Hablar de una “verdadera” Iglesia es fracturar la comunión y llevar a la división. Dudar del Concilio es dudar del poder colegial de los obispos junto al Papa y del Espíritu Santo. Por eso, para defender la unidad del Cuerpo de Cristo, me veo obligado a revocar esas facultades”.
En consecuencia el papa Francisco, después de haber consultado a todos los obispos y hecha una encuesta a cargo de la Congregación de la Doctrina de la Fe, establece que los grupos conservadores deberán aceptar la legitimidad de la reforma litúrgica y los dictados del Concilio; no se podrán erigir nuevas parroquias con la finalidad de celebrar el rito preconciliar; los sacerdotes que serán ordenados y quieran usar el misal antiguo, deberán presentar una solicitud al obispo diocesano que consultará la Sede Apostólica antes de su autorización; los ya ordenados deben volver a pedir una nueva autorización al obispo; el obispo no autorizará la creación de nuevos grupos. Las misas tradicionales deberán ser celebradas en iglesias no parroquiales y las lecturas deben hacerse en idiomas modernos. El obispo establecerá los lugares de culto y los días; también encargará a nivel diocesano a un sacerdote para que se cumplan estas normas.
En la carta a los obispos, el Papa pide “trabajar por la vuelta a una forma unitaria de celebración” y también a “ser fieles a las prescripciones del nuevo misal sin aprovecharse de una supuesta creatividad, con abusos que a menudo llegan al límite de lo soportable”. Más allá de las circunstanciales concesiones de Juan Pablo y Benedicto, Francisco vuelve a distanciarse de los lefebvristas y ultraconservadores para poner de nuevo a la Iglesia en línea con el Concilio y reivindicar, con excepción de casos muy limitados, el único rito romano postconciliar.
A pesar de la paciencia y la claridad de las motivaciones del Papa, ya algunos obispos norteamericanos han anunciado que seguirán permitiendo en sus diócesis la misa en latín. Francisco visitará Hungría y Eslovaquia del 12 al 15 de septiembre, Escocia del 1 al 12 de noviembre participando del summit COP26 sobre cambio climático en Glasgow; también irá a Grecia y Chipre en el mismo mes.