(entrevista): «VER NUEVAS TODAS LAS COSAS EN CRISTO»

composicion de tres fotos: arriba a la derecha se ve sonriente al entrevistado, es joven y lleva cabello y barbas recortados. usa clerigman. debajo una ilustracion de san ignacio contemplativo, junto al rio. la imagen principal muestra seis jovenes sirviendo bandejas de comida desde una olla cercana.
Jóvenes de La Olla San Ignacio, en acción.

Queridos amigos, desde el pasado 20 de mayo y hasta el 31 de julio de 2022, la Compañía de Jesús, «Jesuitas» están celebrando un Año Ignaciano ¡conmemorando los 500 años de la conversión de su fundador, San Ignacio de Loyola!  Este acontecimiento nos da la oportunidad de alegrarnos también junto a ellos, una familia espiritual más que significativa en nuestra Iglesia local y latinoamericana. Para conocer un poco más, tuvimos un muy lindo encuentro con Ignacio Rey Nores, «Nacho». Él tiene 48 años, ingresó a la Compañía en 1993 y fue ordenado sacerdote en 2006, es Párroco de San Ignacio de Loyola en el barrio de Villa Dolores, con mucha apertura y generosidad nos comparte:

Nacho, cuéntanos ¿cómo fue la conversión de San Ignacio y qué mensaje tiene este hecho histórico para nosotros hoy? 

Estamos celebrando los 500 años de la herida que sufrió San Ignacio en Pamplona defendiendo una fortaleza de los españoles atacada por los franceses, y esa herida le terminó cambiando la vida. Es un acontecimiento triste como el de una derrota, como el de estar al borde de la muerte, pero también todo lo que significó de vida, de cambio y por tanto por todo lo que después se fue gestando, como lo es la espiritualidad de los Ejercicios y la Compañía de Jesús.
Celebramos la conversión, ese paso de Dios en nuestra vida que nos invita a un cambio, una metanoia, y el lema de este año está signado por el tema de la mirada «VER NUEVAS TODAS LAS COSAS EN CRISTO», ¡se trata de darle lugar a la novedad!  En su convalecencia en Loyola, Ignacio empieza a generar un cambio de vida, ya no tiene a mano los libros de caballería que tanto le gustaban, le empiezan a alcanzar libros de vida de santos y vidas de Cristo, y ahí empieza a sentir que en su corazón laten otros sentimientos, quiere vivir de otra manera. Entonces, vos y yo también estamos deseosos de vivir mejor, de amar mejor, de mirar mejor, de tener esa capacidad de reconocer a Dios presente también en la creación, Dios trabajando en la humanidad, redimiendo, sanando y salvando. Entonces nos podemos preguntar ¿qué tengo que cambiar hoy en los tiempos que corren? La conversión es una actitud permanente y no nos podemos dormir en los laureles. Reconociendo que en nuestras vidas también ha habido heridas, dolores, que si las miramos con los ojos de Dios podemos reconocer que nos han dado nueva vida, que no han sido solo signos de muerte, de pérdida, sino que nos han posibilitado vida distinta, reconocer capacidades, ponernos de pie, ayudar a otros… Hoy hay una herida que nos atraviesa, la pandemia, estamos invitados a ver qué novedad nos trae, no va a haber «una nueva normalidad» va a haber «novedad» si realmente lo asumimos con fe, es un tiempo de renovación, de más austeridad, de no creernos que tenemos respuestas para todo, en clave de fraternidad, ¡de conversión hacia la fraternidad!

 

Francisco, un Papa que proviene de vuestra Compañía ¿qué características ves en él que te permitan decir: «esto es bien Jesuita»? 

Él está haciendo una invitación a ver el mundo con ojos positivos, ver a Dios habitando en las creaturas, ese realismo de ver a Dios obrando ya aquí y ahora, eso es muy jesuita. «Buscar y hallar a Dios en todas las cosas», eso lo hace muy atractivo para toda cultura, para los 5 continentes.
Lo segundo es «Dios cuenta con nosotros», en los Ejercicios es una invitación al seguimiento que hace Jesús, Ignacio hace pedir el interno conocimiento de Cristo Jesús para más amarlo y seguirlo. Seguirlo en esta coyuntura, encarnarnos en la realidad, no en cómo deberían ser las cosas, sino en cómo Dios me compromete aquí y ahora: hacerme cargo del hermano que sufre. Esta preocupación de Francisco por la realidad de los migrantes, de los refugiados, de abrir el Vaticano a la gente en situación de calle, el entender a la Iglesia como «una tienda de campaña» donde la gente pueda sanar sus heridas, son imágenes muy fuertes que nos convocan también a nosotros, pues nos muestran a un Jesús que también vivió así.
Un tercer rasgo diría que es el tema del discernimiento ignaciano, que invita una y otra vez a discernir qué es lo que Dios nos está pidiendo a cada uno, hacernos cargo del momento presente con su variedad, las respuestas que el mundo de hoy nos está pidiendo son distintas a las de hace 10, 15, 30 años atrás. Y otro es el tema de la austeridad de vida, la pobreza de la Iglesia, ese afán suyo por mostrarse más cercano al hombre de a pie, una persona austera se hace creíble, una persona que no ostenta, que no habla desde el poder sino desde el estar y acompañar, el compadecerse, es una gran invitación a nuestra Iglesia de hoy, Iglesia Latinoamericana, a ser más cercana al mundo de los pobres, ese acercarse a mí me interpela, me saca de mi zona de confort, creo que a todos. Esa sencillez que nos hace más hermanos, gestar vínculos más horizontales, no tan desde arriba.

 

¿Cómo están viviendo la solidaridad en esta Comunidad Parroquial de San Ignacio? 

En este tiempo de pandemia nos hemos visto desbordados por la necesidad de la gente, mucha más gente en la calle que atender. La Olla San Ignacio es un proyecto que se viene llevando adelante hace mucho tiempo, hay necesidad tanto de comida como de ropa, por eso estamos en contacto con el Hogar de Cristo, otra obra de inspiración ignaciana, y en conjunto con ellos estamos llevando adelante la Olla y desde el año pasado la ropería, que atiende a gente que viene a buscar acá y también se lleva a muchas otras parroquias de la periferia de Montevideo, a las cuales ayudamos armando bolsones para que ellos puedan repartir, o para sus ventas económicas.
Este 15 de julio abriremos «un parador nocturno» en convenio con el Mides, para atender a la gente en situación de calle que no quiere ir a los refugios, pero que sí confían en los actores de la sociedad civil que se acercan a ellos. Ya abrió uno en el Colegio Pío, otro en el Velódromo, ahora empezaremos de a poquito, sabiendo que tenemos que formar un cuerpo de voluntarios. Para nosotros es la oportunidad de poder acompañar mejor a quienes les llevamos un plato de comida, pues teniéndolos aquí una noche entera tendremos tiempo para conocerlos mejor, ver las necesidades que tienen, hacer una pausa, rezar juntos, de un compartir comunitario, brindarles contención.
También tenemos en la Parroquia el «Servicio Jesuita al Migrante» muchos hermanos llegados desde otros países encuentran aquí un lugar de acogida, donde se los acompaña espiritual y psicológicamente, tienen asesoría para temas legales, inserción laboral. Hay un equipo liderado por dos religiosas, la Hna. Consolación Mattos (Hijas de Jesús) y Hna. Marialis Etchegaray (Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús).

 

Umbrales integra «Cristianos en Red» donde tenemos compañeros de CVX ¿cuál es la vivencia de estas comunidades? ¿tienen presencia en esta Parroquia?

La CVX, Comunidad de Vida Cristiana, es un espacio donde muchos laicos viven la espiritualidad Ignaciana, así como los jesuitas vivimos nuestra consagración en la Compañía, ellos la viven en la CVX, donde van haciendo sus compromisos, primero temporales y luego definitivos, es un modo de ser Iglesia desde el carisma ignaciano, es un ámbito comunitario, de compartir con otros fe y vida, donde uno trae su vida y también se reza, donde uno discierne las decisiones que necesita tomar en el ámbito de la familia, del trabajo, del apostolado. Le regala también la posibilidad de enriquecerse con los Ejercicios, con el acompañamiento espiritual, para justamente poder discernir ese servicio.
También discernir el tema de la Misión, asumir que hay una misión personal desde el propio Bautismo, pero con el plus de la espiritualidad Ignaciana para ser presencia en el mundo, el laico tiene que ser sal y luz en el mundo y el discernimiento hace que sea con la flexibilidad de un mundo en cambio. No es fácil vivir hoy la fe donde hay una cultura tan adversa a lo que es vida cristiana, podemos entender dónde es que Dios nos espera, dónde nos quiere, no meternos en peleas que no son las nuestras, estando atentos a dónde hay necesidad de anuncio, de presencia, del Rostro de Jesús que acompaña, que consuela, ese sería el gran desafío de la CVX, ¡ser signo del amor de Dios!  Acá en la parroquia funcionan 6 comunidades de jóvenes, y estamos pensando la posibilidad de abrir comunidades de adultos. Mi deseo es que este año ignaciano haga que el joven muerda más con la experiencia de San Ignacio, que no es sólo un espacio de pertenencia eclesial, sino de un mayor discernimiento y radicalidad, para saber cómo hablo de Dios acá, cómo comparto mi fe, cómo soy el rostro de una Iglesia cercana y no dominante, el discernimiento para ver cómo vivo yo mi pobreza, mi humildad, mi fraternidad.

 

Nacho, damos gracias a Dios y María Santísima por vuestro Don a la Iglesia y al mundo, nuestro corazón rebosa de tantos nombres y rostros de laicas, laicos, sacerdotes, teólogos, acompañantes espirituales Jesuitas que tanto bien han hecho, jugándose por el hermano, por los derechos humanos, ¡por el otro!

 

                       Jorge Márquez, jardinero.

(En memoria agradecida a p. José María Muñoz y p. Jesús Martínez, queridos acompañantes espirituales)