(Biblia): La extraña vocación del Apóstol San Pablo

fotograma de la pelicula pablo, el apostol de cristo. primer plano de pablo, de edad avanzada, totalmente calvo y con barba y bigote canosos. esta mirando a lo lejos su rostro iluminado suavemente, como en un atardecer.
El actor James Faulkner en una escena de «Pablo, apóstol de Cristo» (2018).

Pablo debe ser el apóstol de Jesús más venerado junto a San Pedro, no en vano, la Iglesia lo recuerda junto a Pedro en la misma fecha litúrgica. Sus cartas son leídas mucho más que las de los demás apóstoles en las misas, pero lamentablemente es bastante desconocido para muchos cristianos.

¿Quién era realmente San Pablo?
Es un personaje contradictorio y conflictivo, un hombre de polémica, al que se le cuestionó su propia condición de apóstol. ¿Por qué?

Pues por sus antecedentes de perseguidor de los cristianos.

Pablo se llamaba en realidad Saúl o Saulo, esto se debe a que  pertenecía a la tribu de Benjamin, así lo dice él mismo en Filipenses 3,5

El rey Saúl, primer rey de Israel, fue de esta tribu, y era el héroe de la misma, eso explica porqué sus padres le pusieron ese nombre.

Nació en Tarso, en la región de Cilicia en la actual Turquía, esta ciudad existe todavía hoy, se la llama Tarsus, y  pertenece a la región de Mersis. Antes era un puerto de la costa del Mediterráneo en la época romana, pero la costa ha cambiado y ahora se acumuló sedimentación, y dejó de ser puerto, pero tiene comunicación con el Mar gracias al río Cydno, cuya desembocadura en el Mediterráneo está cercana.

Pertenecía a los judíos de la Diáspora y según sabemos era ciudadano romano por nacimiento.

Sólo los nacidos en la península itálica podían ser naturalmente ciudadanos romanos, y los nacidos fuera de esta región eran súdbitos del Imperio, pero si querían ser ciudadanos romanos debían pagar el título, pues era un privilegio. Los ciudadanos romanos pagaban menos impuestos, y no podían ser azotados en un juicio, y si eran condenados a muerte se salvaban de la crucifixión. Por eso el apóstol murió decapitado; una muerte más misericordiosa.

Esto indica que o su padre o su abuelo, eran comerciantes exitosos con mucha probabilidad, porque el título de ciudadano no era barato, pero era más fácil hacer negocios en el Imperio siendo ciudadano que no siéndolo.

La primera mención de Saulo la tenemos en el libro de los Hechos, donde se desempeña como testigo de cargo contra el diácono Esteban, que fue el primer cristiano en ser martirizado por su fe en Cristo. (He 7,58)

Por lo que se sabe, hablaba fluidamente el griego, y conocía su cultura, a sus filósofos y poetas, eso se sabe por el discurso a los atenienses en donde cita a estos pensadores griegos. (He 7,22-30)

También hablaba latín, hebreo y arameo. No se sabe cuando nació pero debe haber sido entre el 10 o el 8 después de Cristo.

Saulo estaba en el momento del juicio de Esteban estudiando teología con uno de los más ilustres rabinos de Israel, Gamaliel el viejo. Este Maestro es mencionado en He 5,34-39,  y luego por el propio Pablo en He 22,3.         .

Orgullosamente Pablo se declara fariseo y perteneciente a este grupo religioso. Y aunque su maestro era moderado en su pensamiento, y no era partidario de perseguir a los cristianos, Saulo no era de este parecer.

Por el contrario, el veía al grupo de seguidores de Jesús (ni siquiera se llamaban cristianos en aquella época) como una secta herética que debía ser extirpada del pueblo de Israel.

Es que los cristianos de aquella época eran todos israelitas y había entre ellos muy pocos discípulos de origen pagano. Saulo era un brillante estudiante, y pertenecía a la elite religiosa; en poco tiempo sería un reconocido rabino, y Maestro; eso le ayudó a ganarse el favor del Sumo Sacerdote Ananías, que le enviaría a perseguir a los cristianos que se habían escapado de Jerusalén. (He 9,1-2).

 

La conversión

Así Saulo, el brillante aspirante a Rabino, emprende su misión. Se calcula que tendría en este momento más o menos entre 25 y 30 años, era el año 38 después de Cristo, claro.

Y fue justamente en el camino hacia Damasco, cuando tuvo un encuentro con Jesús Resucitado. Si habrá sido importante este encuentro, que está contado 3 veces en el Nuevo Testamento.

La primera es el relato escrito por Lucas, compañero de viaje del apóstol y amigo suyo.

Hechos 9,1-22;  la segunda está en  Hechos 22,1-21 y esta vez la cuenta el mismo Pablo ante el Sanedrín de Jerusalén. Luego nuevamente Pablo cuenta esta experiencia ante el Rey Agripa, Hechos 26, 9-20.

Si analizamos estos textos nos daremos cuenta porqué a Pablo le decían apóstol. A pesar de no pertenecer al grupo de los 12, a los que el propio Señor había elegido, compartía con estos una experiencia única y común. Fueron testigos de la Resurrección de Jesús, puesto que este se les apareció vivo ante ellos, y les envió a la misión de anunciar a los pueblos la Buena Noticia.

Pero el caso de Saulo fue especial, ya que él no pertenecía a la comunidad cristiana, sino que más bien era enemigo de la misma.

Por eso cuando encabeza sus cartas, no niega que no merezca ser apóstol de Jesús; y muchos le cuestionaban el título. Pero luego afirma que lo es por pura gracia de Dios, y no por la voluntad de los hombres.  (Gal 1,1 / 1Cor 1,1-2 / 1Co. 15,7-10)

Aquí encontramos una diferencia, Pablo no conocía a Jesús “según la carne”  2Cor 5,16, no lo conocía ni era amigo suyo como Pedro y Juan por ejemplo, y sin embargo él había sido elegido.

Aquí está la originalidad de Saulo:  fue su extrema conversión.

Saulo no fue nunca un moderado, sino un fanático, un ambicioso líder religioso, que se creía seguro de la verdad que proclamaba, y que creía que cumplía la obra de Dios, al perseguir y llevar a juicio a los seguidores del “Camino”, pues así les llamaban a los cristianos en aquel momento (¿Será por lo que Jesús había dicho acerca de ser él mismo el Camino a Dios?)

Lo de Saulo fue un puñetazo espiritual que Jesús le dio. Como esas cachetadas que se le dan a alguien que está en shock para que reaccione ante un peligro.

Jesús Resucitado le deja ciego, para que se de cuenta a través de sus ojos físicos, de su ceguera espiritual. Pablo tenía una enfermedad espiritual “el fanatismo” una peligrosa actitud que conduce a la condenación. Los fanáticos están llenos de odio contra aquellos que persiguen, y son capaces de matar en nombre de Dios.

Pero no es necesario dar más detalles de esto, ¿acaso los islamistas violentos que son capaces de matar locamente, o de autoinmolarse para cumplir con lo que ellos piensan que Dios quiere, no están mostrándonos esta enfermedad en la actualidad?

No ven las cosas claras, están ciegos, y por eso Saulo no dejó de pensar en lo que Jesús decía, que se estaba haciendo daño a si mismo cuando le perseguía. (He 26,13-14)

Porque Saulo se dio cuenta de que quien persigue a los discìpulos de Jesús, le persigue a él, y está en contra del mismo Dios. Los tres días que Saulo permanece ciego y sin tomar alimento alguno, evocan la muerte del Señor, y su Resurrección. Cuando es humillado y enceguecido, Saulo -el fanático- muere, y al ser Bautizado, logra ver de nuevo, y participa de la Resurrección de Cristo, ya es un hombre nuevo renacido por el agua Bautismal, ha sido sumergido en la muerte de Cristo, y ha participado de su Resurrección para ser una creatura nueva. Él mismo explica el sentido del Bautismo claramente, pues fue lo que él vivió. (Rom 6,1-11)

Pero inmediatamente su vida se complica, y en lugar de vivir una experiencia y una misión sencilla, sufre por Jesús como él mismo le había anunciado.

Los cristianos de Damasco le temen y rechazan, lo mismo le ocurre en Jerusalén.

Por otra parte, sus antiguos compañeros judíos no quieren escucharle, y le odian. Por eso conspiran para matarle, tanto en Damasco como en Jerusalén.

Saulo logra ver a Pedro, Santiago y Juan, y estos le animan, reconociendo su vocación, pero Bernabé su amigo le lleva a Tarso, su ciudad natal, pues ni en Damasco ni en Jerusalén estará a salvo de que le lleguen a asesinar. (He 9,19-30)

 

Su actividad misionera y su mensaje renovador

Pero fue al fin en Antioquía de Siria, donde Saulo empezará su misión. Bernabé fue a buscarle, y junto a Saulo se integrarían a la  comunidad; Antioquía terminará reemplazando a Jerusalén como comunidad madre de otras Iglesias locales.

Es que en Antioquía se dio la mejor integración entre cristianos de diversos orígenes. Pues convivían en armonía cristianos de origen judío, y cristianos de origen pagano. También fue allí donde se empezó a llamar cristianos a los discípulos de Jesús. (He 11,19-26)

Allí Pablo vivió posiblemente en paz. Allí se sintió un hermano más, y estaba realmente a gusto, descubriendo su mejor faceta de creyente; un hombre abierto a las distintas culturas que cohabitaban en el Imperio Romano. Las conocía, conocía el griego, y el latín, y la cultura griega y romana, pero también al Pueblo de Israel y su cultura, y podía comprender lo que tenían en común y lo diverso que podría enriquecer a la comunidad. Antioquía vivía en ella lo que se había anunciado en el milagro fundacional de Pentecostés en Jerusalén. El Espíritu Santo sabía unir pero desde lo diverso y original de cada cultura. Por eso San Pablo pudo luego afirmar que él era judio con los judíos, griego con los griegos: comprendía, escuchaba y valoraba a todos, y así lograba acercar a Cristo a todos. Se encontraba en su casa.

Pero la paz no le duró mucho;  él y su amigo Bernabé fueron llamados a una misión por el Espíritu Santo. (He 13,1-3). A uno le entra envidia el ver la simplicidad y a la vez la profundidad mística de esos primeros cristianos, que vivían la libertad y alegría que sólo el Espíritu Santo les podía dar. Así comienza su primer viaje misionero, y la comunidad les apoyó con otros miembros que les acompañaron.

Al llegar a Chipre, encuentra Saulo en el gobernador romano y prefecto de la ciudad, el cónsul Sergio Paulo, un espíritu abierto. Pero descubre que había alguien que luchaba por cerrar al cónsul romano a la verdad. Un consejero y mago llamado Bar Jesús, y que se hacía llamar Elimas, y para colmo judío de origen; pero un judío renegado. La magia no era permitida en el Pueblo de Israel, pues era una forma de idolatría, y de adoración de demonios para los judíos.

Imaginamos la indignación de Saulo: pero él desenmascara a ese charlatán y le muestra al Cónsul la verdadera naturaleza de fanatismo y mentira calculada de su consejero. Dios, a través del apóstol deja ciego a ese traidor. (He 13,6-12). Casualmente el mismo signo que Saulo había experimentado en sí mismo. La ceguera: señal del fanatismo y la ignorancia.

Y vaya si habrá en el mundo de hoy magos Elimas, disfrazados de parasicológos, tarotistas, astrólogos, en fin, cuenteros que apartan a la gente de la verdad. Inteligentes, sí, pero que usan su inteligencia para confundir y hacer depender de su falsa sabiduría a sus seguidores.

El Cónsul se convierte, y con él se dan las bases para la formación de una comunidad cristiana en la isla, que por cierto era la patria de Bernabé.

 

El cambio de nombre

A partir de ese momento, y al salir de Chipre, el Libro de los Hechos, deja de llamar al apóstol Saulo, y adopta el nombre de Paulus  o Pablo. Nombre latino que quiere decir “pequeño”.

¿Será que Saulo quiso homenajear a ese primer cristiano de Chipre, y amigo personal del apóstol?  (He 13,13)

¿O más bien adoptará este nombre por lo pequeño que se sentía ante el poder y la bondad de Dios?

Algunos piensan simplemente que él adoptó este nombre porque se dio cuenta de que les caería mejor a los gentiles o a la gente no judía, que por otra parte resultaba la más receptiva al mensaje del Evangelio. Nunca lo sabremos, pero es cierto que Pablo se sentía indigno del título de apóstol que la misma Iglesia le había dado.

 

Gentiles y judíos, destinatarios del mensaje

Pero Saulo no odiaba a su pueblo, por eso cuando comenzaban a predicar en una ciudad con su amigo Bernabé, empezaban a predicar a los israelitas que eran del pueblo del Señor y heredero de las promesas. Luego iba a los paganos. (He 14,1-7 / Rom Cap. 11)

Pablo realizó tres grandes viajes misioneros; en el segundo llegó a Europa, predicó en Atenas, y en el mismo Areópago, donde mostró su conocimiento de la cultura griega, citando en sus discursos a poetas griegos, y sin embargo no le funcionó muy bien. Sólo unos pocos le siguieron. (He 17,16-34)

 

Predicó a Cristo crucificado

Ante este fracaso aprendió muchas cosas, y en primer lugar se dio cuenta que no se puede llevar la Verdad del Evangelio con discursos elocuentes y muy bonitos, sino que hay que confiar en la fuerza misma del Evangelio, y en su verdad luminosa. Si pretendemos apoyar a la Palabra de Dios, con un estilo de prédica efectista para convencer con oratoria y sabiduría humana, no hemos comprendido el Evangelio, y no creemos verdaderamente en él.

De todas maneras, no me envío Cristo a bautizar, sino a proclamar el Evangelio. ¡Y no con discursos bonitos y sofisticados! No sea que borremos la cruz del Mesías. Bien es cierto que el lenguaje de la Cruz, resulta una locura para los que se pierden; pero para los que salvan, o sea para nosotros, es poder de Dios. Ya lo dice la Escritura: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y haré fracasar la pericia de los instruidos.” Sabios, entendidos, teóricos de este mundo: ¿Cómo quedan puestos? ¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como loca. Pues el mundo con su sabiduría, no reconoció a Dios, cuando ponía por obra su sabiduría; entonces a Dios le pareció bien, salvar a los creyentes con esta locura que predicamos.

Mientras los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; nosotros proclamamos a un Mesías crucificado. Para los judíos, un escándalo, para los griegos una locura. Pero para los que Dios ha llamado, ya sean judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios, y un poderoso signo de su sabiduría. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios, es más fuerte que la fuerza de los hombres”.  1Cor 1,17-25

Sus conocimientos  ahora le parecen basura, comparados con la sabiduría que viene de Jesús (Fil 3,4-9). Es que Pablo había tenido en Damasco una experiencia de encuentro con Dios que le había cambiado la vida para siempre.

En Corinto, el próximo destino, tuvo mucho más éxito, y formaría una comunidad muy entusiasta. (He 18,1-19)

 

El mensaje de San Pablo

Si bien Pablo predicaba el mismo mensaje que los otros apóstoles, su prédica marcaría caminos nuevos, y de hecho, la Iglesia tal como la conocemos no existiría sin el aporte teológico y pastoral de Pablo.

Pablo sostiene algunas verdades esenciales que fueron claves para comprender cómo el cristianismo pudo triunfar y expandirse con mucha fuerza, en el Imperio Romano, a pesar de las persecuciones que tuvo que sufrir en sus primeros tres siglos.

 

  1. Pablo era judío, pero se dio cuenta que las leyes y prácticas judías, eran una interpretación caduca del mensaje de Moisés y los profetas. El Bautismo y el estilo de vida que proponía Jesús lo cambiaba todo. (Mt 9,16-17 / Mt 5,17-19). Y si bien había continuidad con las palabras contenidas en lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento, sólo pueden ser comprendidas en plenitud desde Cristo. Por eso no debía imponerse a los convertidos de entre los pueblos paganos, la circuncisión y las costumbres rituales judías. La libertad del Evangelio y los mandamientos de Jesús son el centro del mensaje.  Esto fue muy importante y sería la tesis de Pablo la que triunfaría en el primer concilio de la Iglesia, que se hizo en Jerusalén.  De no ser así, la fe cristiana y la primitiva Iglesia se hubieran convertido en una secta judía, y no en la fe que uniría a varios Pueblos del Imperio. (He 15,6-29)
  2. Nadie se salva solo, y no está al alcance de ninguna persona, por más esforzada y buena que pueda ser, la salvación. Tanto los judíos como los griegos y romanos son pecadores, y a no ser que acepten a Jesús y su mensaje, no se pueden salvar. Por nuestras fuerzas y buena voluntad solamente, no podremos salvarnos, nos salvamos por la Gracia de Dios, al igual que Abraham, que fue considerado justo por creer en la promesa de Dios. (Rom 4,1-25)

Esto no significa que obrar bien, no sea importante, pero aún eso es Gracia de Dios. Nadie podría hacer ninguna obra buena si no estuviera inspirado por el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Jesús.

  1. La Iglesia es el Nuevo Pueblo de Dios. Y está formada por los que han creído y recibido el Bautismo de Jesús. (1Cor Cap. 12)  Sin embargo, el Pueblo de Israel será salvado también de forma que sólo Dios conoce.  Esta es la esperanza del apóstol (Rom Cap.11)
  2. Es de Pablo, que San Agustín extrae su doctrina sobre el pecado original. El apóstol afirma que la encarnación de Jesús fue necesaria para que la humanidad alcanzara la salvación, y fue precisamente Jesús, Hijo de Dios, pero hombre como nosotros, que por su entrega en la Cruz, fue obediente al Padre hasta dar la vida por nosotros.
    Por eso Jesús es el primogénito de entre los muertos y el Nuevo Adán, que triunfó en su fidelidad, cuando Adán por su desobediencia atrajo a la muerte para todo el género humano (Rom 5,12-21)

 

Muerte y legado

Pablo muere, al igual que San Pedro, en la primera persecución del Imperio Romano contra la nueva fe. Es ejecutado por decapitación. Pero su legado sigue vivo.

Pablo es leído en la liturgia cristiana desde siempre, y no se puede comprender a la Iglesia sin sus hermosas y profundas cartas.

La Evangelización del Oriente cercano, y de la misma Europa, no habría sido posible sin este apóstol y genial místico que llegó a conocer al Señor, muy profundamente.

Él mismo es la prueba de la poderosa gracia de Dios, que fue capaz de transformar a un fanático religioso, en un formidable, tenaz, y valiente apóstol de Jesucristo.

 

Eduardo Ojeda

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