
En un primer momento, como explica el p.Francesco Patton, superior de los Franciscanos en Tierra Santa, después del cambio de gobierno se esperaba de la nueva coalición gobernante un esfuerzo para terminar con el conflicto y el odio no solo con los palestinos sino dentro mismo de Israel, un país dividido y fragmentado.
Patton invitaba a los peregrinos a visitar de vuelta a los lugares sagrados. La mayoría de los palestinos se quedó sin empleo y sin ingresos; y para los cristianos palestinos es fundamental que se reanuden las peregrinaciones, ya que viven de eso y del turismo.
Sin embargo no es tan optimista el superior de los jesuitas en Tierra Santa, p.David Neuhaus, que ve en el nuevo gobierno un grupo heterogéneo y endeble de ocho partidos que se ha unido con la única intención de derribar al gobierno autoritario de Netanyahu (12 años consecutivos y con denuncias de corrupción) y no seguramente para cambiar la política hacia los palestinos con el objetivo de los dos estados.
El nuevo líder Naftali Bennet es un ultraderechista y ex colono. Cae la influencia de los partidos judíos ultrareligiosos que han sido un factor determinante en el gobierno de Benjamín Netanyahu, pero hay muchos judíos y también cristianos evangélicos fundamentalistas que siguen apoyando el sueño del Gran Israel, porque es el pueblo elegido por Dios, que le ha prometido la victoria sobre todos sus enemigos. Buscan la anexión de los territorios palestinos ocupados, particularmente Cisjordania, que ha sido invadida por miles de colonos judíos que nunca serán removidos.
Se ha votado una ley en Israel por la cual Israel “es el estado del pueblo judío, su idioma es el hebraico y su principal objetivo es el interés del estado hebraico”. En consecuencia hay una constante discriminación para con los palestinos en todas las áreas. Pero tampoco es posible ignorar a los millones de palestinos que habitan esas tierras y que no se irán. La tensión es muy alta. Por su parte los palestinos están divididos. Muchos afirman que si hubiera elecciones ahora, Hamas ganaría no solo en la Franja de Gaza sino también en Cisjordania, frente al endeble gobierno de Mahmud Abbas en Ramallah.
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