
Se han descubierto cientos de tumbas sin nombre de niños y jóvenes indígenas en colegios católicos instituidos y financiados por el gobierno a lo largo de un siglo entre 1890 y 1996, pero administrados en su mayoría por la Iglesia Católica. A los chicos se los sustraía de las comunidades indígenas para asimilarlos a la cultura blanca.
Más de 150 mil chicos pasaron a la fuerza por estos internados, donde regía una dura disciplina. No podían hablar su propio idioma ni cultivar sus costumbres; eran obligados a convertirse a la religión cristiana, además de ser objetos de abusos físicos y sexuales. Las 140 escuelas eran llamadas “escuelas de reeducación”.
En 2008 el gobierno de Canadá se disculpó frente a las poblaciones indígenas actuales (unos 900 mil), se comprometió a la reparación y creó una comisión para que fuera reconstruyendo toda la verdad sobre estos hechos. Se habló de “genocidio”; entre 1890 y 1996 habrían muerto de muerte prematura más de 4 mil niños y niñas víctimas de mala alimentación, enfermedades, hambre y frío. Excavaciones recientes descubrieron varios restos de estos escolares.
La Iglesia local ha reconocido haberse equivocado en colaborar con la política colonialista de los gobiernos de aquel entonces. Varios obispos y dirigentes católicos han pedido perdón a las comunidades y familias indígenas.
Pero el gobierno actual de Justin Trudeau y las asociaciones indígenas no se ha conformado con eso y exigen al mismo papa Francisco que pida públicamente perdón y se comprometa a indemnizar y abrir los archivos en búsqueda de expedientes, lo que ya están haciendo los Oblatos de María Inmaculada.
El Papa envió un nuevo nuncio apostólico a Canadá e invitó a los obispos a que colaboren con el gobierno para establecer la verdad, promover la curación y la reconciliación. Por su parte recibirá él mismo en el Vaticano a una delegación de los sobrevivientes de esos horrores.
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