Es común la idea de que las monjas se retiran del mundo para ir a los monasterios, pero no se conoce el trabajo silencioso y a veces heroico que desarrollan miles de ellas en los lugares más difíciles del planeta. Es el caso de la hermana Ann Rose Nu Tawng de Myanmar, la que el 28 de febrero pasado salió en todos los noticieros del mundo, de rodillas con las manos unidas en oración, implorando a un pelotón de policía que no disparara contra los manifestantes.

En una entrevista reciente ella cuenta cómo ese día trabajaba en su clínica atendiendo enfermos durante las manifestaciones y viendo cómo la policía disparaba y pegaba con porras a la gente, salió para pedirles que cesaran y a los manifestantes que se refugiaran en la clínica. “Yo recibí dos pedradas en el pecho pero, con riesgo de mi vida, fui a plantarme delante de la policía y les dije: ‘Mátenme a mí, no a la gente. Ustedes deberían proteger a la gente que protesta pacíficamente y no hacerle daño’. Hablaron entre ellos y se fueron. El 8 de marzo se repitió algo parecido; salí otra vez a enfrentar a la policía. Les dije que no me movería de allí hasta que no se hubiesen marchado. Me quedé tres o cuatro horas, hasta que golpearon a un joven en la cabeza; lo llevamos a la clínica pero poco después murió. Este no será jamás un país democrático mientras los policías y los soldados matan a los jóvenes que son el tesoro del país. Agradezco al Papa que ha querido virtualmente arrodillarse él también para pedir que termine la violencia en mi país”.

La hermana Norma Pimentel trabaja en Texas en los confines con México y dirige un refugio humanitario que en los últimos tiempos ha dado hospitalidad a más de 20 mil inmigrantes centroamericanos. La acompaña un equipo de voluntarios que se especializan en reunir a las familias dispersas y a los menores no acompañados.
En un video mensaje reciente el papa Francisco le ha agradecido todo lo que está haciendo en el nombre de Jesús con el lema: “era extranjero y me han hospedado”. La hermana es conocida en todo Estados Unidos, como “el ángel de los migrantes”; se ha enfrentado personalmente con el mismísimo Trump y con los obispos por su silencio. La revista “Time” la incluyó el año pasado entre las cien personas más influyentes del mundo.