El Sínodo universal de Obispos inicialmente programado para octubre del año próximo, se celebrará en octubre de 2023 y será precedido por una etapa diocesana y una continental. No será por lo tanto tan solo un sínodo de obispos. Este camino sinodal será inaugurado por el Papa el 9-10 de octubre próximo y la fase diocesana deberá durar hasta abril del año próximo.
Se tendrá la ayuda de un documento preparatorio, un cuestionario y un vademécum con propuestas. Cada obispo tendrá que nombrar un responsable o un equipo diocesano como punto de referencia para la consulta y el contacto con la Conferencia Episcopal. Cada diócesis entregará su colaboración a la Conferencia Episcopal y esta elaborará una síntesis para enviar a Roma.
Además de las diócesis se consultarán dicasterios, facultades, religiosos, movimientos laicales. Sobre la base de las consultas, Roma aprontará el primer Documento de Trabajo antes de septiembre de 2022. Sobre este documento en la fase continental se deberá trabajar hasta marzo de 2023, elaborando un documento final al que seguirá en Roma el documento de trabajo definitivo para la asamblea sinodal con el lema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”.
Se trata nada menos que de marcar el futuro de la estructura y el funcionamiento de la Iglesia. Se quiere una Iglesia menos clerical y más sinodal, dando más espacio al Pueblo de Dios como sujeto activo de la vida y de la misión de la Iglesia. Se busca una transformación más democrática de la Iglesia, partiendo desde abajo, desde las periferias, siempre dejando el discernimiento y la última palabra a los pastores.
Por eso el Sínodo se transforma de acontecimiento episcopal a proceso sinodal para una escucha más amplia de toda la Iglesia. La unidad de la Iglesia se mantiene y fortalece no solo con la obediencia a los pastores sino con la corresponsabilidad y participación de todos en la misma misión.
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