MOLOKAI: RECUERDO de DAMIAN VEUSTER

foto de ruth lewis hablando en publico. lleva su habito y toma el microfono y habla con actitud valiente, la mirada hacia adelante.
Ruth Lewis «madre de los olvidados». Entregó su vida, al igual que san Damián.

El 10 de mayo se ha celebrado la fiesta litúrgica de san Damián de Molokai. Se llamaba Damián Veuster, belga de nacimiento. Se hizo sacerdote en la congregación de los Sagrados Corazones; quiso ser misionero y el 19 de marzo de 1864 llegó a Hawai.

En aquellos años se desató en todo el archipiélago una epidemia de lepra que obligó al rey a confinar a todos los contagiados a la isla de Molokai. Damián se ofreció para ir a la isla como misionero y el 10 de mayo (el día en que ahora se celebra su fiesta) de 1873 desembarcó en la isla para encontrarse con 800 leprosos aún vivos. Los primeros meses dormía bajo un árbol para no contagiarse.
Él mismo escribía: “El olor infecto que exhala de sus llagas repelentes a veces me hace difícil resistir durante la misa y el sermón; su aliento envenena el aire. Aunque no todos, la mitad de esta gente son cadáveres vivientes”. Pero pensando en Jesús que tocaba a los leprosos como signo de amor y amistad, empezó a comer del plato común, a compartir la pipa, a jugar con los niños, a abrir la puerta de su casa a todos. Antes de contagiarse construyó cabañas y capillas, orfanatos, granjas… En la capilla conservaba el Santísimo.
Escribía: “Sin Él una vida como la mía no sería soportable; pero teniendo a Nuestro Señor a mi lado, siempre estoy alegre y contento”. Cuando no sintió más el calor del agua caliente en su piel, se dio cuenta de que estaba contagiado y en el sermón de la misa empezó diciendo frente al estupor general: “Nosotros los leprosos…”.
El lunes santo de 1889 murió en su cama, con el rostro ya desfigurado. Había dejado dicho: “Permanezco tranquilo  e incluso más feliz por compartir la suerte de mi gente. Dios sabe lo que más me conviene porque la verdadera salvación, la alegría más profunda nos viene de Dios”.
Santos y héroes de esta naturaleza, muchas veces desconocidos, se encuentran aún hoy en todas las latitudes.
El mismo 10 de mayo pasado llegaba la noticia de que el gobierno musulmán de Pakistán acababa de entregar el Premio “Estrella de la excelencia” a título póstumo para la religiosa católica Ruth Lewis que por 50 años atendió en Karachi a niños enfermos con deformaciones físicas graves y abandonados por sus familiares. Cuando estalló la pandemia, se puso al servicio de los contagiados sin dudarlo un minuto y se contagió ella misma; murió en el hospital por covid en julio del año pasado.