Es el título de un libro provocador de una ex monja de clausura que después de haber vivido 20 años en un convento, se secularizó. Es española y se llama Hortensia Lopez Almán. Había entrado a los 21 años en la Orden de las Carmelitas Descalzas y a los 41 salió.
En el libro empieza diciendo que “las religiosas precisan más formación; muchas monjas no conocen bien el catecismo. Los obispos han de interesarse más en las religiosas y hacer un seguimiento de las denuncias que reciben. El Derecho Canónico debe prohibir rotundamente que una monja sea castigada sin juicio, suprimir los capítulos de las culpas, contemplar la edad máxima para los cargos de prioras y maestras de novicias. Hay que educar desde el comienzo en la libertad de saber tomar las propias decisiones en conciencia y en el respeto hacia los demás. No educar con el miedo, con el control; hay que formar personas adultas y libres porque solo cuando se actúa con libertad se da gloria a Dios. Hay que crear programas terapéuticos para ayudar a las religiosas y también a los religiosos en los momentos de crisis. Los abusos de autoridad, el maltrato, las escuchas telefónicas son actos penalizados por la ley y no puede ser que tengamos que recurrir a los jueces para lograr justicia y protección. A menudo la Santa Sede tarda mucho en tomar decisiones para poner en orden las cosas. Yo no rechazo la vida religiosa, pero si la dejé es porque no encontré la ayuda necesaria para cumplir mi vocación y quemé todos los cartuchos antes de solicitar el indulto. A las monjas muchas veces nos tratan como a niñas y no tienen en cuenta nuestros sentimientos, criterios, deseos; siempre se busca lo que diga la madre superiora. Es necesario que el trato para con una persona consagrada sea personal y nunca se vea condicionado”.
Estas son algunas de las reflexiones extraídas del libro, pero como se comprende del título mismo del libro, la autora no rechaza la vida consagrada ni está animada por el resentimiento ni desconoce la rectitud, la santidad y las obras de bien que se hacen; tan solo quiere dar un aporte constructivo a la vida consagrada y pedir a los pastores diocesanos que valoren el trabajo de las religiosas y religiosos y atiendan a sus problemas.
Según el Anuario Pontificio 2021 las religiosas están en franco descenso en el mundo. A nivel global han pasado de 641.661 en el 2018 a 630.099 en el 2019; solo aumentan en África y en el Sudeste Asiático.
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