
El 16 de abril fueron condenados a la cárcel los nueve líderes democráticos más importantes, entre los cuales cinco católicos, en base a la Ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín el año pasado después de meses de protesta, también por parte de los católicos. El misionero italiano Giovanni Criveller que por 26 años trabajó en Hong-Kong, escribe que entre los activistas que han luchado por la libertad y están presos se encuentra el parlamentario de 82 años Martin Lee, el fundador del Partido Democrático, que tiene el apoyo mayoritario de la población.
Lee es un católico practicante que cada mañana participa de la misa y es ministro de la Palabra. También se encuentra preso el parlamentario y gremialista Lee Cheuk-Yan, cuya esposa, católica igual que el marido, es secretaria general de la Federación Internacional de Trabajadoras Domésticas. También la parlamentaria Cyd Ho que en el proceso citó a san Tomás Moro diciendo: “Soy servidora de la Ley, pero antes que nada del pueblo; la ley debe estar al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de la Ley”. Todos estos atropellos contra las manifestaciones pacíficas de la gente, contrastan con la fórmula: “Un país, dos sistemas” que se ha pactado con China hasta el año 2047. Amnesty International denunció la intención de China de eliminar la oposición política en Hong-Kong con falsas acusaciones. Muchos también han criticado y critican el silencio del Vaticano sobre lo que pasa en Hong-Kong y la demora en nombrar un nuevo obispo desde que en enero de 2019 murió el obispo Michael Yung. En este tiempo el cardenal John Tong de 82 años se ha desempeñado como administrador apostólico a pesar de estar jubilado. La demora se debe aparentemente a que el Vaticano busca un candidato que pueda ser aceptado por Pekín y al mismo tiempo no sea rechazado por los católicos democráticos. En este caso prefiere actuar diplomáticamente y no con denuncias. En la actualidad el franciscano obispo auxiliar Joseph Ha es el líder pastoral más respetado y que combina sabiduría y coraje, pero no es del agrado de Pekín. El obispo se pronunció contra la brutalidad policial: “La gente solo quiere expresar sus demandas. Solo queremos vivir libremente. No merecemos esta violencia”. Sobre 7 millones de habitantes, los cristianos son el 12% de la población, de los cuales 300 mil son católicos. Hay 300 escuelas e institutos católicos, donde han estudiado muchos dirigentes, hasta la jefa de gobierno Carrie Lam. La de Hong-Kong es una Iglesia abierta y presente; cada año unas 4 mil personas piden ser bautizadas en la Iglesia Católica.
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