El 23 de abril próximo en Santa Cruz de El Quiché serán beatificados tres sacerdotes mártires, españoles de la congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús: José María Gran, Faustino Villanueva, Juan Alonso, por haber sido torturados y asesinados en odio a la fe entre 1980 y 1991.

En la mismas fechas y por el mismo motivo, en el marco de una despiadada caza de todos los que eran tildados de comunistas y subversivos por el hecho de defender a los indígenas y campesinos, fueron cruelmente asesinados por los militares siete cristianos laicos, indígenas y campesinos, que también serán beatificados. Entre ellos hay un chico de 12 años, Juancito Barrera, que a esa edad ya era catequista y dirigía el rezo del rosario.
Los demás seis son Domingo del Barrio miembro de la Acción Católica y sacristán asesinado junto al párroco p.Gran; Tomás Ramirez, casado, que cuidaba la parroquia de Chajul; Nicolás Castro, catequista y ministro extraordinario de la Eucaristía (el morral era su sagrario; traía las hostias consagradas de otra parroquia); Reyes Hernandez catequista, delegado de la Palabra y miembro de la junta vecinal; Miguel Imul, catequista y miembro de la Acción Católica; Rosadío Ixchos, rezador de la Acción Católica, asesinado junto a su hijo Pedro. Estos laicos, a pesar de las amenazas, continuaron su servicio a la Iglesia y a las personas en dificultad, aún sin sacerdotes. Sus nombres han de unirse a los cientos de otros testigos, algunos conocidos (como el obispo Juan José Gerardi, autor de “Guatemala, nunca más”) y otros desconocidos, víctimas inocentes de una cruel y fanática dictadura militar. Ya en 2017 han sido beatificados otros 4 mártires y en 2019 un Hermano de las Escuelas Cristianas.
El papa Francisco, por ser latinoamericano ha sabido valorar el martirio de los obispos Romero, Angelelli y compañeros riojanos y de estos hermanos que han derramado su sangre por Jesús y el Evangelio. La Justicia guatemalteca los ha ignorado y no se ha abierto hasta ahora ningún proceso.