Murió el famoso sacerdote teólogo suizo Hans Küng, en Tubinga, a los 93 años. Fue uno de los grandes teólogos del Concilio junto a Rahner, Ratzinger, Congar, Chenu, etc. Más tarde fue suspendido de la enseñanza teológica por Juan Pablo II por haber cuestionado el dogma de la infalibilidad pontificia. Sus libros tuvieron gran difusión y fueron traducidos en unos 30 idiomas.
Sus libros: “Ser cristiano”, “¿Existe Dios?, “La vida eterna”, fueron bestsellers en las librerías. Sus obras completas en alemán se condensan en 24 volúmenes.
Fue un adelantado en proponer la abolición del celibato obligatorio, el sacerdocio femenino y otras cuestiones de frontera. En los últimos tiempos se había dedicado con una labor muy fecunda al diálogo interreligioso y a la propuesta de una ética global. Fue el autor del axioma: “No habrá paz entre las naciones si no hay paz entre las religiones; no habrá paz entre las religiones si no hay diálogo entre ellas”. Confiaba en la “primavera católica” inaugurada por el papa Francisco.
En una entrevista a L ́Osservatore Romano, el cardenal Walter Kasper, otro eminente teólogo amigo de Francisco y de Küng contó: “Cuando le dije al Papa que Küng estaba cercano a la muerte y que quería morir en paz con la Iglesia, Francisco me encargó de transmitirle sus saludos y bendiciones en la comunidad cristiana. Küng quedó muy contento; eso fue como si Küng se sintiera en paz con la Iglesia, en una especie de reconciliación. Küng fue un crítico duro, a veces incluso injusto, pero siempre fue un hombre de Iglesia y en la Iglesia. Siempre se sintió cristiano católico. Tenía la capacidad de hablar un lenguaje comprensible para el hombre de hoy, de explicar la religión; ayudó a muchos a entrar en la fe o a permanecer en la Iglesia, a pesar de las importantes disidencias teológicas que mantuvo hasta el final”.
Su ambición era realizar el espíritu del Concilio. Su teología ha sido un aguijón, un estímulo para el progreso de la teología postconciliar y gracias a él la teología ha tomado estado público también entre ateos y agnósticos.
Según otro teólogo, el italiano Bruno Forte, obispo de Chieti, en una entrevista a Domenico Agasso en La Stampa: “Küng exasperó algunas de sus intervenciones, pero su intención profunda era constructiva. Su contestación de la infalibilidad pontificia era sobre todo contra una manera de interpretarla, pero la aceptaba”.
Muchos cristianos y líderes de la Iglesia han apreciado, a pesar de las rebeldías, sus esfuerzos para dar razón de su fe y de su esperanza, ante las objeciones de la modernidad.
Debe estar conectado para enviar un comentario.